"Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe" (1 Corintios 13:1).

ADORACIÓN “CONTRA LA LEY”

miércoles 14 septiembre, 2011

La adoración no es solo lo que haces en la iglesia el sábado. La adoración abarca aspectos de toda nuestra fe: lo que creemos, lo que proclamamos, cómo actuamos. En el centro de la adoración debe estar la idea de que el Señor es nuestro Creador y Redentor. Toda la adoración debe fluir de esta verdad fundamental y sagrada. La adoración es principalmente acerca de Dios y las acciones de Dios en la historia. La adoración auténtica debería atraernos a un caminar más cerca del Señor. Debería conducirnos a un sentido de respeto, reverencia, arrepentimiento, y amor por él y por los demás.

Aunque debemos estar pensando en el Señor (Lucas 21:36; Salmos 1:2), el tiempo de adoración debería ser algo especial. Pero no podemos depender solo de la iglesia o de los líderes para proveernos esa clase de experiencia, por mucho que se empeñen. Al fin, se reduce a nosotros mismos y a la actitud que llevamos a la iglesia el sábado.

Como hemos visto, la adoración es un medio para un fin, no un fin en sí mismo. Nuestra adoración no nos salva; más bien, es una respuesta por haber sido salvados.

Lee Hechos 18:1 al 16. ¿Qué acusación le hicieron a Pablo, y qué nos dice esto acerca de la adoración?

Sorprende que Pablo fuera acusado de persuadir a la gente hacia una clase diferente de adoración, una adoración "contra la ley" (vers. 13). (Aun los judíos que creían en Jesús planteaban una acusación similar contra Pablo.) Vemos, en Hechos 18, que estas personas estaban tan atrapadas en la tradición, tan atrapadas en cómo se hacían las cosas en lo pasado y en las formas de la adoración, que cuando Pablo les presentó a aquel a quien adoraban sin saberlo, aquel a quien todos los cultos de adoración apuntaban, ellos rechazaron lo que él les dijo. Tan aferrados estaban a la ley misma que dejaron de ver a aquel a quien la ley señalaba.

Hoy, aunque nuestras circunstancias son radicalmente diferentes de las de Pablo, necesitamos ser cuidadosos de no permitir que nuestras formas y tradiciones se nos crucen en el camino de lo que realmente trata nuestra fe. Cualquier adoración que no nos conduzca directamente a la cruz está desviada.

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