“Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará” (Isaías 33:22).

LA LEY EN EL SINAÍ

domingo 05 febrero, 2012

Lee Éxodo 19:18 y 19; 20:18; Deuteronomio 5:22; y Hebreos 12:21. En estos textos se describe la ocasión en que se dio la Ley en el monte Sinaí. ¿Por qué fue algo tan atemorizante?

“El pueblo de Israel estaba anonadado de terror. El inmenso poder de las declaraciones de Dios parecía superior a lo que sus temblorosos corazones podían soportar. Cuando se les presentó la gran norma de la justicia divina, comprendieron como nunca antes el carácter ofensivo del pecado y de su propia culpabilidad ante los ojos de un Dios santo. Huyeron del monte con miedo y santo respeto” (PP 318).

Hay algo muy poderoso en esta cita de Elena de White. Cuando se le presentó la Ley al pueblo, ellos se dieron cuenta “como nunca antes” de cuán malo era el pecado y de su propia culpabilidad a los ojos de Dios.

Así, desde el mismo principio de la relación de pacto de Israel con Dios, podemos ver una revelación del evangelio en la Ley. La Ley nunca tuvo la intención de ser un medio de salvación, aun en el Sinaí; más bien, era para mostrar al pueblo su necesidad de salvación. Enseguida después de promulgar la Ley, recibieron instrucciones de construir un santuario, que les revelaría el plan de salvación. La Ley había de señalar a la gente la Cruz, y su necesidad de expiación y Redención. No es extraño, entonces, que temblaron ante la Ley, porque la Ley les mostraba cuán pecadores y caídos eran ellos.

Lee Romanos 7:8 al 13. ¿Cómo revelan estos versículos esta verdad vital? ¿Qué está diciendo Pablo que hace la Ley? Ver también Salmos 119:6.

En un sentido, Pablo está afirmando aquí lo que Elena de White escribió que sucedió en el Sinaí El problema no está en la Ley de Dios, sino con los pecadores que han violado la Ley, como todos lo hemos hecho. Pablo está mostrando cómo la Ley está inseparablemente unida al evangelio, ya que la Ley nos muestra cuán pecadores y caídos somos.

Lee Éxodo 20:1 al 17. ¿Tiemblas ante la Ley? La Ley ¿te produce convicción? ¿Cuáles son tus emociones al leer la Ley y compararte con ella?

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