Bramando el león, ¿quién no temerá? Hablando el Señor DIOS, ¿quién no profetizará?

Amos 3:8

JUSTICIA PARA LOS OPRIMIDOS

lunes 22 abril, 2013

El juicio universal de Dios es una de las enseñanzas centrales que encontramos en Amós. Al comienzo de su libro, el profeta anuncia el juicio de Dios sobre varios de los vecinos de Israel por causa de sus crímenes contra la humanidad, pero declara que Dios también juzgará a Israel. La ira de Dios iba dirigida no solamente contra las naciones sino también contra el pueblo que él había escogido. Judá había rechazado la Palabra de Dios y no había guardado sus instrucciones.

Pero Amós trató con Israel mucho más que con Judá, porque quebrantó el pacto de Dios y cometió muchos pecados. La prosperidad económica y la estabilidad política de Israel llevaron al deterioro espiritual, y esto se mostró en injusticia social. En Israel, los ricos explotaban a los pobres; y los poderosos, a los débiles. Los ricos se interesaban solo en sí mismos y sus ganancias personales, obtenidas a expensas de los pobres (no cambió mucho desde entonces, ¿verdad?).

Amós enseñó que Dios se interesa en cómo tratamos a otros. La justicia es más que una idea o una norma: es una preocupación divina. El profeta advirtió que las casas de piedra de Israel, los muebles con incrustaciones de marfil, los alimentos y las bebidas de alta calidad, así como las mejores lociones para el cuerpo, todo sería destruido.

Lee Isaías 58. ¿De qué maneras este capítulo capta aspectos de la verdad presente? Con todo, ¿de qué maneras nuestro mensaje al mundo es mucho más que esto?

La Biblia enseña claramente que la justicia social debería ser un producto natural del evangelio. A medida que el Espíritu Santo nos hace más semejantes a Jesús, aprendemos a compartir las preocupaciones de Dios. Los libros de Moisés y los profetas hablan de que Dios se preocupa por un trato justo a los extranjeros, las viudas y los huérfanos (Éxo. 22:21-24), y los menos privilegiados (Isaías 58:6, 7). El salmista llama a Dios “padre de huérfanos y defensor de viudas” (Salmo 68:5). Cristo mostró gran preocupación por los que la sociedad rechazaba (Marcos 7:24-30; Juan 4:7-26). Santiago nos llama a poner nuestra fe en acción y ayudar a los necesitados (Santiago 2:14-26). Ningún seguidor de Cristo puede hacer menos y realmente ser un seguidor de Cristo.

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