“Terrible será Jehová contra ellos, porque destruirá a todos los dioses de la tierra, y desde sus lugares se inclinarán a él todas las tierras de las naciones”  Sofonías 2:11

Los humildes de la tierra

lunes 27 mayo, 2013

En Sofonías 2:1 al 3 encontramos el llamado al arrepentimiento que hace el profeta. Aun cuando la destrucción es inminente, hay todavía tiempo para ser protegido de la calamidad, pero solo si la nación se arrepintiera. Los malvados que rehúsan arrepentirse serán consumidos como paja en el día del juicio. En Salmos 1:4 los malvados también son comparados con la paja, y al fin, perecen.

Con las palabras “Buscad a Jehová”, Sofonías anima a los que se humillan ante Dios a aferrarse a su fe. El profeta enseña que buscar a Dios es lo mismo que buscar justicia y humildad. Esta actitud de arrepentimiento es esencial para escapar del juicio venidero.

Sofonías llama al pueblo arrepentido “los humildes de la tierra” (Sofonías 2:3). ¿De qué modo los siguientes pasajes arrojan luz sobre esta expresión, que también se traduce como “los pobres de la tierra”? Mateo 5:3; Salmos 76:9; Isaías 11:14; Amós 8:4.

Los humildes son aquellas personas que permanecieron fieles a Dios y a quienes él guía y enseña. El salmista dice: “Bueno y recto es Jehová; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera” (Salmos 25:8, 9). A los humildes se les suplica que se preparen para el juicio venidero buscando a Dios, la justicia y la humildad.

Para los humildes que son fieles la posibilidad de sobrevivir se expresa por medio de la palabra quizás. La supervivencia depende de la gracia divina, y la gracia es algo que no debe darse por sentado. Frente a la ruina inminente, hay esperanza para el futuro pues Dios es misericordioso. Dios ha prometido proteger a todos los que confían en él (Joel 3:16; Nahúm 1:7). Este tipo de confianza elimina la suficiencia propia, el engaño y la impostura.

“No hay nada al parecer tan débil, y no obstante tan invencible, como el alma que siente su insignificancia y confía por completo en los méritos del Salvador. Mediante la oración, el estudio de su Palabra y el creer que su presencia mora en el corazón, el más débil ser humano puede vincularse con el Cristo vivo, quien lo tendrá de la mano y nunca lo soltará” (MC 136). ¿Cuál fue tu propia experiencia con estas increíbles promesas? ¿Cómo puedes aprender a tener esa clase de caminar íntimo con Dios?

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