“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” Hageo 2:8.

El deseado de todas las naciones

miércoles 05 junio, 2013

Lee Hageo 2:6 al 9. ¿Qué se promete aquí y cómo hemos de entender su cumplimiento?

Por medio de Hageo, Dios anunció un gran temblor entre las naciones el día de Dios en que el templo se llenará con la presencia divina. El profeta llamó a sus contemporáneos a mirar más allá de las presentes adversidades y pobreza, a la gloria futura del reino de Dios hacia el cual apuntaba el templo.

La principal razón para el esplendor incorporado en el templo de Jerusalén era hacerlo digno de la presencia de Dios. No obstante, de acuerdo con este texto, Dios estaba dispuesto a habitar la casa menos que gloriosa y posteriormente darle esplendor. La gente no necesitaba preocuparse demasiado por la forma en que podrían financiar la reconstrucción del templo. Todos los tesoros le pertenecen a Dios quien prometió morar en este templo nuevo. Dios mismo era el proveedor del esplendor del templo.

“Mientras el pueblo procuraba hacer su parte y obtener una renovación de la gracia de Dios en su corazón y en su vida, le fue dado un mensaje tras otro por medio de Hageo y Zacarías, para asegurarle que su fe tendría rica recompensa y que las palabras de Dios acerca de la gloria futura del templo cuyos muros se estaban levantando no dejarían de cumplirse. En ese mismo edificio se vería, vencido el plazo, al Deseado de todas las gentes como Maestro y Salvador de la humanidad” (PR 423).

Dios prometió que el esplendor de ese templo sería mayor que la gloria del templo anterior. Sería un tipo diferente de gloria porque este templo sería honrado por la presencia de Jesús, en la carne. En realidad, la presencia de Cristo hizo que la gloria del templo nuevo fuera mayor que la del templo de Salomón.

Lee Hebreos 8:1 al 5. Cualquiera haya sido la gloria del templo terrenal, nunca debemos olvidar que solo fue una sombra, un símbolo del plan de salvación. Piensa en lo que significa, ahora mismo, que Jesús esté ministrando en nuestro favor en el “tabernáculo verdadero”, hecho por Dios, no por el hombre. ¿Cómo podemos aprender a apreciar mejor la importancia del mensaje del santuario en el plan de salvación?

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