“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”

Juan 15:8.

EJERCER AUTORIDAD

martes 18 marzo, 2014

Compara los siguientes pasajes: Marcos 6:7 al 13; Mateo 16:14 al 19; 18:17 al 20; 28:18 al 20; Juan 20:21 al 23. ¿Qué nos dicen sobre el tipo de autoridad que tenían los discípulos? ¿Qué significa esto para nosotros hoy?

“Pedro había expresado la verdad que es el fundamento de la fe de la iglesia, y Jesús lo honró como representante de todo el cuerpo de los creyentes. Dijo: ‘A ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos’.

“ ‘Las llaves del reino de los cielos’ son las palabras de Cristo. Todas las palabras de la Santa Escritura son suyas y están incluidas en esa frase. Esas palabras tienen poder para abrir y cerrar el cielo. Declaran las condiciones bajo las cuales los hombres son recibidos o rechazados. Así la obra de aquellos que predican la palabra de Dios tiene sabor de vida para vida o de muerte para muerte. La suya es una misión cargada de resultados eternos”

DTG 382.

Como el Padre comisionó a Jesús, Cristo comisiona a sus discípulos. Por medio del Espíritu, el Padre invistió a Cristo con poder divino. Por medio del Espíritu, Jesús inviste a sus discípulos con poder divino para sus tareas terrenales. Ningún seguidor debería sentir temor de que Cristo le esté dando menos. Él da cada habilidad, fortaleza, capacidad y talento que sean necesarios.

Algunas veces, el liderazgo humano no reconoce el principio aquí involucrado. Siempre que los líderes asignan tareas sin dar el poder apropiado, el fracaso es predecible. A menudo, las inseguridades del líder se manifiestan a través de conductas controladoras que subyugan los pensamientos, la creatividad ordenada por Dios y la individualidad de otros; entonces, el discípulo deja de ser efectivo. Tal conducta sería como si un director de orquesta tratara de tocar todos los instrumentos simultáneamente, en lugar de dirigir la sinfonía.

El ejemplo de Jesús habla con voz muy alta: si alguien poseyó el derecho de tener la autoridad y dictar una conducta, ciertamente ese fue Cristo. Mas, por el contrario, él invistió a otros con autoridad, los comisionó para trabajar donde solo su influencia sería su instructor y ejemplo, y los envió a ministrar y a testificar.

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