“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”

Marcos 10:45.

El Hijo de Dios

lunes 07 julio, 2014

El título “Hijo de Dios” fue usado por el ángel Gabriel (Luc. 1:35) y varias personas al dirigirse a Jesús (Mat. 14:33; Mar. 15:39; Juan 1:49; 11:27). Él aceptó ese título, pero evitó aplicárselo directamente a sí mismo para que no lo apedrearan. Sin embargo, la Biblia revela de diferentes maneras su relación especial con el Padre. El Padre reconoció a Jesús como su Hijo en el bautismo (Mat 3:17) y en la transfiguración (Mat. 17:5).

La relación Padre e Hijo es única. Cristo es el único ser en todo el universo que puede gozar ese tipo de relación. Solo él y el Espíritu Santo son de la misma naturaleza que el Padre. Como creyentes, hemos recibido el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Pero, Jesús siempre fue, es y será el Hijo de Dios.

¿Qué revelan los siguientes textos acerca de la perfecta unidad del Padre y el Hijo? Mateo 11:27; Juan 3:35; 5:17; 10:30.

La unidad completa de Jesús y el Padre incluye un perfecto conocimiento mutuo; una unidad de voluntad, propósito y objetivos. Es más, incluye una unidad de naturaleza. El Hijo y el Padre son dos personas (“Yo y el Padre”), pero de la misma naturaleza (“uno somos”), un hecho enfatizado por el pronombre neutro “uno” (comparar con 1 Cor. 3:8).

Sin embargo, debemos tener presente que Cristo, porque vino a vivir como un hombre, se subordinó voluntariamente al Padre mientras vivió aquí (Fil. 2:6- 8). Esta autolimitación fue funcional, no esencial. Jesús se subordinó con un propósito específico, para lograr una meta específica.

Con este concepto en mente, podemos entender por qué Jesús dijo: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19); “porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30). Desde este punto de vista funcional, pudo decir: “el Padre mayor es que yo” (Juan 14:28).

Jesús fue totalmente Dios y totalmente hombre. ¿Qué nos dice esta verdad asombrosa acerca del estrecho lazo que une el cielo y la Tierra? ¿Qué consuelo podemos obtener de esta conexión tan cercana?

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