“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”

Santiago 2:26

LA “FE” DE LOS DEMONIOS

martes 04 noviembre, 2014

Si las obras están ausentes, hay solo otra manera de “probar” que nuestra fe es genuina: la ortodoxia. Si uno cree las cosas correctas, entonces tiene que tener fe, ¿verdad?

Lee 2 Corintios 4:2; 1 Timoteo 2:4; Santiago 5:19 y 20; 1 Pedro 1:22; y 1 Juan 3:18 y 19. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de cuán importante es conocer la verdad?

No hay duda de que un conocimiento intelectual de la verdad tiene un lugar muy importante. No obstante, ese conocimiento en sí mismo y por sí mismo, no es suficiente para demostrar que una persona tiene fe salvadora.

¿Qué advertencia se nos da en Santiago 2:19 acerca de un falso concepto de lo que es la fe verdadera?

La declaración fundamental de fe en el Antiguo Testamento es Deuteronomio 6:4: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Conocido como la Shemá (porque esa es la palabra hebrea con que comienza), este versículo resume brevemente la creencia en un Dios. Toda otra enseñanza bíblica fluye de esta verdad cardinal.

Pero, aun los demonios creen esta verdad. De hecho, ¡ellos la saben! Y, no obstante, ¿qué bien les hace? Ellos tiemblan ante la presencia de Dios, como lo hicieron cuando Jesús los confrontó y les ordenó que salieran de sus víctimas (Mar. 3:11; 5:7).

Una fe intelectual que no tiene efecto sobre cómo uno actúa es inútil; de hecho, es la misma fe que tienen los demonios, que están activamente trabajando para engañarnos con doctrinas falsas y mentiras. Como con el Israel del tiempo de Jesús, los demonios animarán a la gente a creer en sus engaños basados en los deseos de sus víctimas de aferrarse a una conducta impura e injusta: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Tim. 4:1).

La fe debe manifestarse en nuestra vida o no es una fe salvadora; en cambio, es “la fe de los demonios”, y tal fe no nos salvará, como tampoco los salvará a ellos.

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