“Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dan. 7:14).

TESTIGOS (DANIEL 2-5)

lunes 27 julio, 2015

En Daniel 2, Daniel tuvo una oportunidad, generada por la necesidad, de testificar del poder del verdadero Dios, en oposición a los dioses falsos de Babilonia. Después de cantar un himno de alabanza con sus compatriotas judíos y de agradecer a Dios por responder sus oraciones (Dan. 2:20-23), él interpretó el sueño del Rey, y testificó de la grandeza y el dominio de Dios por sobre todos los reinos de la Tierra.

¿Qué dijo el Rey que muestra que él aprendió algo acerca del verdadero Dios? Ver Dan. 2:47.

En Daniel 2, vemos que a Daniel no le quedó salida: o le daba al Rey lo que él quería o afrontaba la muerte. En contraste, en el capítulo 3, sus tres amigos podían haber evitado el horno de fuego si sencillamente obedecían la orden del Rey. En cambio, por ser testigos fieles, pudieron dar testimonio del poder del Dios verdadero.

“¿Cómo sabía el rey Nabucodonosor que la forma del cuarto ser era como un ‘hijo de los dioses’? Él había oído acerca del Hijo de Dios de los cautivos hebreos que había en su reino. Le habían llevado el conocimiento del Dios vivo que gobierna todas las cosas” (R&H, 3 de mayo de 1892).

En Daniel 4, ¿qué confesión hizo Nabucodonosor, otra vez, con respecto al Dios verdadero, todo gracias al testimonio de Daniel? Ver Dan. 4:37.

En Daniel 5, tenemos la última aparición del profeta en la corte de Babilonia, donde se lo llamó a explicar la escritura extraordinaria sobre la pared del palacio de Belsasar, la cual predecía la caída del Imperio Babilónico en manos de los medopersas. Aunque sin duda Belsasar quedó impresionado por lo que Daniel había hecho, era demasiado tarde: la suerte del Rey estaba casi sellada. Lo triste es que, de acuerdo con la Biblia (ver Dan. 5:17-23), Belsasar había tenido la oportunidad de conocer la verdad y ser humillado por ella. Como sabemos, él no aprovechó esas oportunidades.

Cuán importante es que consideremos nuestras propias vidas y nos preguntemos: ¿Qué clase de testimonio representa mi vida al mundo? ¿Qué te dice tu respuesta?

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