“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).

EL DESEADO DE TODAS LAS NACIONES

lunes 10 agosto, 2015

Jesucristo es el Señor tanto de la iglesia como del mundo. Su venida es el cumplimiento de la expectativa del Antiguo Testamento de tener una comunidad salvada que se extendiera mucho más allá del pueblo judío. La venida de Jesús, especialmente su sufrimiento y su resurrección, introdujo una era en la que desaparece la distinción entre judíos y gentiles en lo que se refiere al evangelio. Jerusalén permanecería en el centro, por lo menos por un tiempo. Sin embargo, el punto de partida ya no sería el templo de Herodes, en Jerusalén, sino que los judíos convertidos a Cristo habían llegado a ser un templo viviente. Estos judíos cristianos, entonces, serían el “remanente” verdadero de Israel.

Este anuncio de la misión mundial y universal de Cristo como Salvador de todas las naciones fue repetido en su nacimiento, en su infancia y en su bautismo.

¿Qué enseñan los siguientes textos acerca de la misión universal de Jesús al mundo?

Luc. 2:8-14

Luc. 2:25-33

Luc. 3:3-6

Juan 1:29

No hay duda de que Jesús vino como el Salvador de toda la humanidad. ¿Qué significa para nosotros esta verdad en el contexto de la misión?

“Es necesario revivir el espíritu misionero en nuestras iglesias. Todos los miembros deberían estudiar la manera de contribuir al progreso de la obra de Dios, tanto en la misión local como en el exterior. Se ha hecho escasamente una milésima parte de la obra que debe realizarse en los campos misioneros. Dios insta a sus obreros a que conquisten nuevos territorios para él. Hay ricos campos de labor que esperan la llegada de obreros fieles” (TI 6:37).

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