“He aquí mi siervo, a quien he escogido; mi Amado, en quien se agrada mi alma; pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio” (Mat. 12:18).

DIEZ LEPROSOS

miércoles 19 agosto, 2015

Lee Lucas 17:11 al 19. ¿Qué lecciones hay aquí para nosotros, independientemente de nuestra nacionalidad u origen?

Nota que estos hombres desafortunados conocían a Jesús. Lo llamaron por su nombre y por su título, rogándole su intervención. También es fascinante que no fueron limpiados allí mismo, en el instante. Se les dijo que fueran a presentarse a los sacerdotes, como lo manda Levítico 14:2. Al darse vuelta e ir a ellos, mostraron que creyeron en él y en su poder para sanarlos.

Sin embargo, solo el samaritano expresó aprecio por lo que Jesús había hecho. Los nueve fueron a los sacerdotes, pero se olvidaron de agradecer a su Sanador. El samaritano, como dicen los textos, volvió aun antes de ir a los sacerdotes. Aunque el texto no dice que los otros nueve eran judíos, es probable que lo fueran. El que Lucas mencione, específicamente, que él era samaritano y que Jesús lo llamó “este extranjero” (Luc. 17:18) hace más probable que los otros nueve fueran judíos. Los judíos no se relacionaban con los samaritanos, pero su enfermedad trascendía esas barreras. La tragedia que les era común, “el compañerismo del sufrimiento”, como lo llamó Albert Schweitzer, había roto una división étnica. Su necesidad de limpieza, curación y salvación los había llevado a Jesús.

No obstante, los samaritanos y otros extranjeros no eran la meta inmediata del ministerio de Jesús: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat. 15:24). Su plan era establecer primero una base misional fuerte entre los judíos. Sin embargo, en su ministerio dio evidencias de que el evangelio debía ir a todo el mundo. Aunque esto llegó a ser claro solo después de su resurrección, antes de su muerte Jesús hizo cosas que habrían de abrir la mente de los discípulos a la idea de que la misión mundial llegaría a ser su tarea principal.

Aunque todos esos hombres demostraron tener fe, solo uno volvió y le agradeció a Jesús por lo que había recibido. ¿Por qué la alabanza y la gratitud son tan importantes para la fe? ¿Por cuáles cosas debes estar agradecido? Piensa cuán feliz serías si constantemente las recordaras; y ¿cómo deberías agradecer a Dios por todo que has recibido?

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