“El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hech. 9:15, 16).

SAULO DE TARSO

domingo 06 septiembre, 2015

Saulo nació en Tarso, una ciudad importante en la ruta comercial entre Siria y el Asia occidental (Hech. 22:3). Tarso era un centro multicultural de industria, y fue el hogar, por poco tiempo, de Cicerón, el orador y senador más famoso de Roma.

Los padres de Saulo eran judíos de la Diáspora (judíos que no vivían en Israel), de la tribu de Benjamín. Le dieron el nombre de Saulo (hebreo, sha’ul, “pedido a [Dios]”), aunque después de que comenzó su misión a los gentiles (Hech. 13:9) él lo cambió a Pablo (latín, Paulus, nombre de una destacada familia romana). Además, siendo fariseo, Pablo probablemente tenía esposa, pero no sabemos nada de ella. De hecho, poco se sabe de su familia en general, aunque se mencionan una hermana y un sobrino (Hech. 23:16). Pablo también era ciudadano romano (Hech. 22:25-28).

Probablemente Saulo se haya educado en una escuela de sinagoga en Tarso, hasta los doce años, y seguido estudios rabínicos en Jerusalén, con el famoso Rabbán (“nuestro rabí”) Gamaliel (Hech. 22:3). Como muchos judíos varones, aprendió un oficio: la fabricación de tiendas (Hech. 18:3).

Pablo era fariseo (Fil. 3:5). Los fariseos (“los separados”) eran conocidos por insistir en que todas las leyes de Dios, tanto las de los libros de Moisés como las transmitidas verbalmente por los escribas, eran obligatorias para todos los judíos. Su estricto patriotismo y obediencia minuciosa a las leyes judías los hacían aparecer como hipócritas y críticos frente a los demás judíos. Sin embargo, Pablo no escondió el hecho de que su padre y él eran fariseos (Hech. 23:6).

Los antecedentes de Pablo ayudaron a su éxito en la misión, tanto entre judíos como entre gentiles. Conocía en detalle el Antiguo Testamento –las únicas Escrituras disponibles para los primeros cristianos–, y también sabía de las adiciones de los escribas y las extensiones de las leyes. Así, era el apóstol mejor calificado para discernir entre los absolutos divinos eternos basados en las Escrituras y las adiciones culturales judías, que no eran obligatorias, y que podían ser ignoradas por los gentiles seguidores de Jesús. Este problema llegó a ser muy importante en la iglesia primitiva. Hoy también el papel de la cultura sigue siendo importante en la iglesia.

¿Cuáles de nuestras creencias cristianas parecen estar en conflicto con la cultura circundante? ¿Cómo tratas el conflicto sin comprometer lo que nunca debe comprometerse?

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