“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá” (Jer. 31:31).

EL PACTO DE DIOS CON TODA LA HUMANIDAD

domingo 06 diciembre, 2015

Consideremos cuán malo es el mundo hoy; veamos todo el mal que hay en él. Y Dios todavía nos soporta; así que, solo podemos imaginar cuán malas debieron de haber sido las cosas para que Dios destruyese el mundo entero con un diluvio.

“Dios había dado a los hombres sus mandamientos como norma de vida, pero su Ley fue quebrantada y, como resultado, cometieron todos los pecados concebibles. La impiedad de los hombres fue manifiesta y osada, la justicia fue pisoteada en el polvo, y las lamentaciones de los oprimidos ascendieron hasta el cielo”

(PP, p. 80)

Lee Génesis 9:1 al 17. ¿Qué pacto hizo Dios con la humanidad, y de qué modo se refleja la gracia de Dios hacia su creación?

El pacto que Dios expresó a Noé fue el más universal entre los pactos bíblicos; es con toda la humanidad, e incluye a los animales y también la naturaleza (Gén. 9:12). Además, este es un arreglo unilateral: Dios no impone ningún requerimiento o estipulación a aquellos con quienes estableció el pacto. Sencillamente, él no destruiría la Tierra con agua otra vez, punto. A diferencia de otros pactos, no hay nada de condicional en él.

Dios entonces selló su pacto con una señal visible, un arcoíris, que simboliza la promesa del pacto de que la tierra nunca será destruida otra vez por un diluvio. Así, cada vez que vemos un arcoíris, el mero hecho de que estamos allí para verlo es, a su manera, una vindicación de esta antigua promesa del pacto. (Después de todo, ¡si hubiésemos sido eliminados en el diluvio universal, no estaríamos aquí para ver el arcoíris!). En medio del pecado y el mal constantes en la Tierra, a veces somos bendecidos con la belleza del arcoíris, una señal de la gracia de Dios hacia todo el mundo. Podemos mirarlo y obtener esperanza, no solo por cuán bello es en sí mismo, sino también porque sabemos que es un mensaje de Dios, un mensaje de su amor hacia nuestro miserable planeta.

Medita en la belleza y la grandeza de un arcoíris. Especialmente a la luz de lo que la Biblia nos dice acerca de este espectro luminoso, ¿de qué modos puede acercarnos a Dios, a la trascendencia, a algo más grande de lo que esta Tierra ofrece?

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