“Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien” (Neh. 2:18).

Conclusión

viernes 29 enero, 2016

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Como hemos estudiado esta semana, no hay dudas de que la Palabra de Dios muestra, vez tras vez, la fidelidad de Dios hacia su pueblo. Por supuesto, en muchos casos, esa fidelidad no era siempre obvia o aparente en el momento en que ocurrían ciertas cosas. Sin embargo, en los informes que consideramos, pudimos ver el comienzo del fin; algunos de los personajes involucrados, tales como Urías heteo, no lo vieron. Hoy, nosotros estamos inmersos en el Gran Conflicto tan ciertamente como las personas que hemos estudiado. Y no solo ellas, sino también muchas otras, tan reales como las que figuran en el texto, pero que no siempre vivieron para ver cómo terminaban bien las cosas. Por eso es importante que nosotros, como cristianos, recordemos las palabras maravillosas de Pablo, especialmente cuando los tiempos son difíciles (como a menudo pueden serlo): “Por tanto no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:16-18). Aquí Pablo está procurando señalar algo que está más allá de las luchas, debilidades y trabajos diarios de la humanidad, hacia la única esperanza que hace que la vida aquí sea más que una farsa cruel.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué otras promesas bíblicas nos señalan nuestra esperanza máxima? Reúne tantas como puedas, y solo o en la clase, léelas en voz alta y medita sobre lo que dicen. ¿Qué clase de cuadro nos presentan?
  2. Lo que hizo que la caída de David fuera tan trágica era que había sido tan notablemente bendecido por Dios. A pesar de todo lo que se le había dado, pecó de la manera en que lo hizo. Sin embargo, en lugar de concentrarnos solo en lo negativo, piensa acerca de un aspecto positivo de toda esta sórdida historia: se ve la gracia de Dios, aun en favor de alguien que cayó desde tan alto hasta tan abajo. ¿Qué nos dice esto acerca de cuán plena y completa es realmente la redención que tenemos en Jesús? ¿Cómo podemos tener la seguridad de que, no importa lo que hayamos hecho o cuán profundamente hayamos caído, si nos arrepentimos, como David, el perdón de Dios es nuestro?

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