“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” (Isa. 6:1).

COMISIÓN REAL (ISA. 6:8)

miércoles 06 enero, 2021

“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isa. 6:8).

Luego de ser purificado, Isaías respondió de inmediato al llamado de Dios como representante para ser enviado en su nombre. En términos neotestamentarios, a Isaías se lo habría llamado apóstol; es decir, “uno que es enviado”.

Curiosamente, Isaías no comienza su libro, como lo hacen otros libros proféticos, describiendo su llamado profético (comparar con Jer. 1:4–10; Eze. 1–3). En otras palabras, seguramente recibió el llamado como profeta antes de los acontecimientos del capítulo 6. De hecho, la Biblia muestra que un encuentro divino puede animar a un profeta incluso después del comienzo de su ministerio (Moisés: Éxo. 34; Elías: 1 Rey. 19). En contraste con otros ejemplos, también, donde Dios dice a las personas que han de ser profetas, en Isaías 6 el profeta se ofrece como voluntario para una misión especial. Parece que los capítulos 1 al 5 de Isaías representan las condiciones del momento en que fue llamado por primera vez, después de lo cual Dios puso en marcha su ministerio alentándolo en el Templo y reconfirmando su comisión como portavoz profético de Dios.

Dios le dio ánimo a Isaías en el Templo. ¿Hay evidencias en otra parte de la Biblia de que el Santuario de Dios es un lugar de aliento? Salmo 73 (ver Sal. 73:17); Hebreos 4:14-16; 10:19–23; Apocalipsis 5. ¿Qué nos enseñan estos pasajes?

El Santuario de Dios no solo palpita con un poder asombroso; también es un lugar donde los débiles e imperfectos como nosotros podemos encontrar refugio. Podemos reconfortarnos al saber que Dios está obrando para rescatarnos a través de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote.

Juan también vio a Cristo representado como un cordero que acababa de ser sacrificado, degollado (Apoc. 5:6). Esto no era agradable de ver. La descripción señala que, aunque Cristo resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo, continuamente carga consigo el suceso de la Cruz. Él todavía es levantado para atraer a todos a sí mismo en su altar.

¿En qué medida te sentiste animado al entrar en el Templo celestial de Dios, por fe, en oración? Hebreos 4:16 te invita a acercarte al Trono de Dios con valentía, para “alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Si alguien te preguntara cómo hallaste gracia y misericordia en tus momentos de necesidad, ¿cómo responderías?

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