El encuentro que mató la envidia: La adoración y la injusticia Social
Abner F. Hernandez
Durante tres semanas había estado siguiendo las noticias de la terrible hambruna que azota al Cuerno de África—en especial Somalia—impactado y entristecido ante las imágenes y testimonios de algunos sobrevivientes. Cuando vemos la injusticia y la arrogancia prosperar y tratamos de entender el por qué de tanto sufrimiento, podemos comprender mejor a quienes escribieron los Salmos 49 y 73 y sentir cuán fácil es que "los pies resbalen y se deslicen los pasos" (73:2). Dos preguntas necesitan ser contestadas. Primero, ¿cómo ayuda la adoración a enfrentar de manera saludable las injusticias que constantemente nos rodean y lo sentimientos negativos que producen? Segundo, ¿debemos conformarnos con la esperanza de que algún día la justicia de Dios pondrá fin a la injusticia de los hombres?
La experiencia de adoración en el santuario evidentemente jugó un papel importante en el salmista. En primer lugar, despertó su sensibilidad hacia las injusticas que lo rodeaban. La adoración a Dios, quien se describe a sí mismo como "justo", evidentemente hará mas sensible al adorador a los males sociales que ocurren a su alrededor. Por lo tanto, un resultado inmediato de la adoración, según estos salmos, es una alta sensibilidad ética y espiritual que despierta nuestra conciencia y la hace percatarse de la situación social que la rodea donde muchos sufren explotación y miseria. Esta es el resultado de la búsqueda insaciable de riquezas por unos pocos, lo cuales contrario a la voluntad de Dios (estudie Amos 5: 9 – 12; 6: 1 - 7). Segundo, la adoración ayudó al salmista a comprender la manera en que Dios trata con aquellos que se enriquecen ilícitamente por medio de la explotación de otros y la injusticia. El encontró respuesta en la adoración no del porqué de las injusticias pero del fin de ellas y los que la practican. No explica el salmo como la adoración produjo tal convicción, pero parece ser que el salmista tuvo una visión escatológica del fin de todas las cosas y de la justicia de Dios en acción. Comprendió que las riquezas son pura vanidad, posesiones fútiles que terminan y que en nada pueden ayudar a enfrentar el juicio de Dios (49: 7, 8, 11, 16 - 19). Aquí y ahora, con sus riquezas, los seres humanos pueden comprar influencia, extorsionar, y torcer la justicia, pero nulo poder tiendrán estas cuando "la ira de Dios" se revele "desde el cielo contra toda injusticia de los hombres, que con su maldad obstruyen la verdad" (Romanos 1:18; compare con Santiago 5: 1 - 6). Por lo tanto, el salmista entendió que Dios no está ajeno a estos males y está actuando decididamente para ponerle fin. Llegar a este entendimiento le produjo paz, le dio esperanza, y lo llenó de conformidad con la manera en que Dios obra (Sal 73: 21 – 28).
Ahora bien, ¿debería la certera esperanza de que Dios pondrá en el futuro fin a la injusticia y el mal bastar o deberíamos, como cristianos, hacer algo para buscar equidad y justicia para todos aquí y ahora? Mi respuesta es, no debería bastar. Como cristianos deberíamos decididamente involucrarnos en promover comunidades mas justas y equitativas para todos. Pero te preguntarás, ¿cómo lo hago? Primero, no cedas a la tentación de involucrarte y contribuir en procesos que estimulen, propaguen y soporten la injusticia y los males sociales. Si estudias con cuidado el Salmo 73 notarás que el autor "estuvo a punto de caer y resbalar" pues se sintió tentado a comportarse como los malvados para recibir los mismos dividendos (compara 73: 2, 3 con 73: 15). Segundo, analiza cuidadosamente qué acciones en tu estilo de vida promueven la escasez de recursos y por lo tanto la pobreza y haz cuanto puedas para erradicarlas. Finalmente, añade como parte de tu adoración a Dios el servicio al mundo llevando esperanza a los oprimidos no solo apaleando los males que lo oprimen sino también haciendo lo posible por revertir las estructuras injustas que lo hacen posible—no por apasionamientos políticos sino por medio del ejemplo y la enseñanza. Para Isaías estas acciones son parte integral de la adoración. El profeta entiende que la adoración que Dios ha escogido no se limita a las alabanzas, ritos y practicas espirituales sino que la misma, la verdadera, va mas allá de esos limites y "rompe las cadenas de injusticia y desata las correas del yugo" (Estudia Isaías 58, compara con Santiago 1:27; Hebreos 13:15–16).
Estos salmos han hecho evidente para mí que la adoración impacta y transforma cada aspecto de la vida. Tal como ocurrió con el salmista, una experiencia de adoración con Dios en el santuario matará la envidia por los malvados.