La Creación en el Antiguo Testamento

19 enero, 2013

El Antiguo Testamento (AT), o más correcto decir la Biblia Hebrea (BH), no tiene duda alguna de presentar que Dios existe y que El es el Creador. Bien lo dice el primer versículo de las Escrituras: "En el principio creoh Dios los cielos y la tierra" (Gen 1:1). Es es un dogma, es la tesis del texto bíblico, es el inicio de todo el drama humano. Y en este paradigma destacan tres axiomas incuestionables para el autor bíblico: Dios existe, es Creador, el hizo este universo. Querido lector, lo tomas o lo dejas.

El estudio de los dos primeros capítulos de Génesis muestra que la intención es presentar una creación física de todo lo que compone nuestro planeta y que esta obra fue realizada en seis días naturales, de 24 horas cada uno. No hay espacio para un proceso evolutivo guiado por Dios, mucho menos para una evolución atea. Algunos han intentado mezclar estas dos corrientes en una sola, pero es como intentar unir el agua con el aceite. Las presuposiciones de ambos escuelas, las implicaciones en la naturaleza que cada una de ellas sugiere y las consecuencias para una filosofía hacia la vida y el prójimo son totalmente distintas.

Otros pasajes del texto bíblico presentan otras perspectivas e implicaciones de la obra del Creador.  El libro de los Salmos toma el tema de la creación como motivo de alabanza y adoración hacia Dios. Su obra maravilla al ser humano (Sal 8:3-9; 33:6, 9) y muestra la grandeza del Señor (Sal 104). Para el creyente, la contemplación de la obra del Hacedor conduce a la alegría, la seguridad y la alabanza.

La Creación es la credencial de Dios. Cuando finalmente el habla con Job, el patriarca que había sufrido desgracias, dolor, enfermedad y tres amigos inoportunos, el Señor no le da un discurso filosófico acerca del problema del sufrimiento, simplemente le muestras las maravillas de su obra creadora para hacerle entender que el tiene el mundo en sus manos y que no debe cuestionarle su proceder (Job 37-39).

Los profetas hebreos agregan otra perspectiva al tema de la Creación divina de nuestro universo. Ellos son predicadores que reprenden al pueblo de sus faltas, los animan a volverse a Dios y les traen mensajes de esperanza. Uno de los grandes males en esos días era la idolatría. Era común y muchas veces acompañada de otros pecados como perversión sexual, borracheras, superstición. Cuando los profetas desafiaron este mal, su gran argumento acerca de la superioridad de Dios sobre cualquier imagen de fabricación humana fue que el Señor es el Creador (Isa 44; Jer 10:1-16). Esto nos recuerda la importancia de la certeza de la Creación para un mundo incrédulo como el nuestro, un mundo que idolatra la tecnología, la razón humana, los artistas y los deportistas, tantas cosas y personajes, que distraen la vista de ser humano de su Hacedor. De ahí que desvalorizar el tema de obra creadora de Dios, considerándola simplemente como un proceso evolutivo, o inclusive, como un simple relato mítico, es abrir la puerta a toda clase de idolatría.

El Nuevo Testamento no cambia ningún postulado de la Escritura Hebrea acerca de la Creación. Fue un tema para guiar a filósofos e idólatras al conocimiento de la verdad (Hech 17:24-29). Para sostener sus argumentos los autores del Nuevo Testamento y el mismo Jesús usaron la Creación como soporte de sus creencias dándole una validez histórica y teológica única: el matrimonio (Mat 19:4-6; 2 Ped 3:5), el sábado (Mar 2:27; Heb 4:4), nuestra relación con los semejantes (Stg 3:9), el origen de la historia humana (Jud 14).

Las Sagradas Escrituras son consistentes al colocar la Creación como pieza fundamental de la historia humana y de la obra de salvación de Dios. No es un mito ni un proceso de millones de años. Explica nuestro origen, recordando que somos dignos y provenimos de las manos de un Dios amoroso. Fuimos creados a su imagen y semejanza.

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