Jesús Nuestro Generoso Proveedor
Marco T. Terreros
Todavía recuerdo la impresión que me causó escuchar el testimonio de una pareja que conocí hace unos cuantos años en la ciudad de Chicago. Habiendo escapado de un régimen comunista que les proveía alimentos escasos, insuficientes, y estrictamente racionados, contaban cómo al llegar a los Estados Unidos, entrar a los supermercados y por primera vez en sus vidas observar la inmensa cantidad y variedad de alimentos disponibles para todo comprador, no podían creerlo. Se llenaron de una emoción tan grande que no pudieron contener las lágrimas.
Pienso que nosotros, al haber crecido en lugares no limitados por la escasez impuesta, frecuentemente dejamos de apreciar la generosa mano de Jesús supliendo generosamente todas nuestras necesidades. En él se manifiestan la trascendencia y la inmanencia de Dios. La primera de estas características nos recuerda que él es Dios todopoderoso, diferente de sus criaturas y completamente separado de ellas. La segunda nos dice que él es el Dios que se acerca a sus criaturas, lascuida, y se interesa con amor y generosidad en lo que cada una de ellas necesita.
Vivimos no solamente por el poder creador de Cristo sino gracias a su poder sustentador de tal modo que "para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos" (1 Cor. 8:6, Nueva Versión Internacional). Vivimos en Cristo, nuestro amante Creador y generoso Proveedor (ver Hech. 17:28). Él no nos da solamente lo necesario sino que provee con abundancia. Por ejemplo, ¿te has detenido a pensar alguna vez en la increíble cantidad y variedad de frutas que existen? Y si has tenido la oportunidad de viajar por otros países y regiones del mundo (algo que hoy la tecnología te permite hacer virtualmente), al observar la inmensa variedad de sus frutos, y lo exótico de muchos de ellos, tu impresión será aun mayor. Tenía razón David cuando escribió: "Con tus cuidados fecundas la tierra, y la colmas de abundancia" (Sal. 65:9).
Por medio de Cristo, Dios creó todo cuanto existe (Heb. 1:2) y suple no únicamente nuestras necesidades físicas sino también de las espirituales. Es por eso que Pablo afirma: "Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús" (Fil. 4:19). ¿Estás pasando por dificultades? Mira a Jesús, pon toda tu fe en él. Aférrate a sus promesas. No importa que sientas que tu fe es escaza o muy pequeña. Hemos de poner nuestra confianza no en nuestra fe sino en las promesas de Dios. Él está dispuesto no solamente a satisfacer todas tus necesidades más también tus sueños. Sigue el consejo del joven David, "deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón" (Sal. 37:4).
El poder que Jesús ejerció para crear al mundo es el mismo que él ejerció cuando, respondiendo a tu incipiente fe, te justificó cuando por primera vez creíste en él. Y el poder con el cual él sostiene la creación es el mismo poder con el cual te santifica porque su poder sustentador es el mismo que su poder creador. Y así como todo en la naturaleza sufriente, afectada por el pecado, será un día transformado en una nueva creación, muy pronto tu naturaleza sufriente(y la mía) mancillada por el pecado, será transformada mediante la glorificación, para que alcances la estatura de un hombre y de una mujer en Cristo Jesús para la honra de su nombre y la alabanza de su gloria.