¡Cuanta Misericordia!
Benjamin Mojica
Entre al penal de mediana seguridad en el Hongo, Baja California, acompañado por dos guardias armados, atravesamos alrededor de cuarenta puertas; caminamos por un pasillo, separado por una malla metálica de los internos quienes jugaban Base Ball, otros tocaban la guitarra y cantaban y otros conversaban cálidamente. Finalmente llegamos al salón de enseñanza donde daría el estudio bíblico de esa mañana. Le pregunté a uno de los guardias porqué rodeábamos tanto para llegar al lugar, y él me contestó. “La mente humana es traicionera, nunca sabes cómo va a responder.”
Por cuatro años predique a asesinos, ladrones, conspiradores, abusadores sexuales, pederastas, golpeadores, drogadictos, traficantes, y la lista sigue. Alrededor de seiscientos fueron bautizados en mi tiempo, uno de ellos era un gigante que había matado a sus padres a golpes atontado por las drogas. De verdad me sorprendí al ver los milagros que Dios hizo en su vida.
La población de internos era de unos tres mil quinientos, y continuamente había revueltas, en algunas ocasiones nos tuvieron que sacar de emergencia a causa de los heridos. Pregunte a algunos de los internos convertidos ¿por qué sucedían tales cosas? Más de uno me respondió, “aquí mismo los oficiales venden droga y hay lucha de poderes”.
La palabra corrupción es muy común en los noticieros de todos los días, ya nos hemos acostumbrado a ella, no hay país o gobierno que se escape de ella, ni siquiera el Vaticano quien ha sido denunciado abiertamente[1], pero la pregunta más importante quizá debe ser ¿quién no está contaminado por el pecado?
Las denuncias y consecuencias a los pueblos descritos en tiempos del profeta Amós, nos dicen que todo el tiempo después de la caída de Adán, el pecado se ha enseñoreado de la humanidad, ni siquiera el pueblo de Judá e Israel se salvaron de este grave mal, especialmente en sus etapas de mayor prosperidad. Pareciera que la tendencia humana contaminada por el pecado es “la ley del más fuerte”.
Dios utilizó al profeta Amos como un tipo en su tiempo, que denunció la maldad de los diferentes gobiernos que oprimieron a los más débiles y les anunció las consecuencias de sus actos. Estos eventos anunciados de manera local a esos pueblos, encuentran su mayor alcance en los tiempos finales de nuestra historia, en donde Dios hace las mismas denuncias y advierte de las consecuencias de tales comportamientos. Pero aun con toda esta gravedad del problema, Dios ofrece la única solución, “Busquen el bien y no el mal, y vivirán; y así estará con ustedes el Señor Dios.”[2]
Amos, "el que lleva una carga,"[3] fue un pastor de ovejas y pequeño agricultor[4], pobre pero honrado, y dispuesto a arriesgar el pellejo a causa de los mensajes del Señor para los gobernantes y para el pueblo. Tan fuertes eran estos, que aun el mismo sacerdote Amasías lo acusó de conspirar contra el rey Jeroboán II de Israel.
Más le convenía a Amasías no haber hablado, porque el mensaje de Dios por medio de Oseas al sacerdote, provocaría la mayor angustia para cualquier pastor de la actualidad. Su esposa se prostituiría en la ciudad y sus hijos serían muertos a espada.[5]
Las ciudades costeras de Damasco, Gaza, Tiro, y las planicies de Edom y Amón, llegaron al colmo de maldad, por eso recibirían las consecuencias de sus actos.[6] La misma suerte tendría Moab, Judá e Israel.[7]
A Samaria, les dice, “vacas de Basán”, que significa la tierra de buenos pastos y ganado gordo, sin embargo, en su ociosidad y embriaguez descuidaron a los pobres y necesitados y se dedicaron al pecado abierto de la idolatría.[8]
Dios se lamenta, y Amós entona un canto fúnebre:
· Ha caído la joven Israel … y no hay quien la levante[9]
Pero ¡Hay solución! ¡Hay solución! ¡Hay solución!
· Busquen el bien y no el mal, y vivirán y así estará el Señor con vosotros.”[10]
Hace cuatro años, me diagnosticaron un tumor astrocitoma infiltrativo grado II de la OMS, cuatro días después de la craneotomía para extraer una muestra del hemisferio cerebral derecho entre los lóbulos parental y occipital, en mi mayor debilidad física, fui confrontado con mi realidad, Satanás me acusó de mis pecados, no tuve defensa, me sentí perdido. Busque a Dios y estoy vivo.
¡Haz tú lo mismo! Antes que llegue el mal
[1] Guianluigi Nuzzi. Las cartas secretas de Benedicto XVI (Ediciones Planeta, Madrid: 2012).
San Juana Martínez. Manto Púrpura (Random House Mondadori, S.A. de C.V. México: 2006)
Alberto Athé, José Barba, Fernando M. González. La voluntad de no saber (Ediciones Siglo XXI, México: 2002)
[2] http://www.biblegateway.com/passage/?search=Am%C3%B3s+5&version=NVI, Amós 5:14 (todas las citas de esta misma versión en adelante)
[3] Francis D. Nichol Ed, Comentario bíblico adventista, t. 4 (Publicaciones Interamericanas, Idaho: 1985), 977
[4] Amós, 7:14
[5] Amós, 7:16-17
[6] Amós, 1:3-17
[7] Amós, 2:1-3:15
[8] Amós, 4:1-5
[9] Amós, 5.2
[10] Amós, 514