Frutos del reavivamiento

Ruben Arroyo

sábado 27 de julio, 2013

Introducción

            En las tres primeras lecciones hemos considerado la necesidad urgente de que se presente en la iglesia un reavivamiento de la verdadera piedad. Estudiamos que la oración y el estudio diligente de la Biblia son fundamentales en toda obra de reavivamiento. En esta semana consideraremos los frutos del reavivamiento, los cuales son el testimonio cristiano y el servicio.

Texto clave

            “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech.1:8).

Idea central de la semana

            Cuando el reavivamiento es genuino enfatizará la misión y el servicio. El corazón lleno del amor de Dios anhelará hablar a otros de ese amor que lo inunda. Todo aquel que experimenta el gozo de la salvación no podrá callar. El testimonio del poder transformador de Cristo estará en los labios de los fieles hijos de Dios, su vida será una vida de servicio abnegado por los necesitados.

Mandato

Antes de partir al cielo Jesús encomendó a los discípulos la tarea de predicar el evangelio a todo el mundo. La Gran Comisión está presente en los cuatro evangelios (Mt.28:18-20; Mr. 16:15; Lc. 24:45-49; Jn.20:18-21). Estas fueron las últimas palabras de Jesús, su despedida fue: cumplan la misión de predicar el evangelio a todas las naciones entretanto que regreso por ustedes. El Señor quiere salvar a la raza humana, y desea que sus seguidores sean el instrumento para comunicar la grandeza del amor de Dios por la humanidad

Promesa y condición

            La tarea de predicar y testificar es un mandato Divino, no una sugerencia. Sin embargo, se le ha dado a la iglesia la certeza, mediante una extraordinaria promesa, de que recibiría el poder, la capacidad para llevarla a cabo. El Espíritu Santo está disponible para los seguidores de Jesús. Al mismo tiempo que era una promesa, era una condición. La orden fue “que no se fueran de Jerusalén sino que esperasen la promesa del Padre” (Hech.1:8). La iglesia no debe salir al mundo sino ha recibido el poder del Espíritu Santo. Cada creyente en Cristo debe asegurarse que ha cumplido las condiciones que lo capaciten para recibir el Espíritu Santo. Esta es la única garantía de éxito en la tarea de predicar y testificar.

 

La mejor estrategia evangelizadora

            El testimonio personal, basado en una experiencia íntima con Cristo es la mejor estrategia evangelizadora. Los discípulos testificaron de lo que ellos habían vivido al lado del Señor. Su encuentro con el Cristo viviente les daba el poder para testificar, sus vidas transformadas por el amor de Dios eran la evidencia de lo que el Señor puede hacer con su iglesia. “El testimonio más poderoso es el de un cristiano que conoce a Jesús personalmente. No hay sustituto para el testimonio que surge naturalmente de un corazón sumergido en el amor de Jesús” Lección de Escuela Sabática, III trimestre 2013, pág. 44.

            Cuando el creyente cumple con la tarea de testificar y servir ocurre algo maravilloso en su vida: un crecimiento espiritual inimaginable. Se convierte en una aventura de proporciones grandiosas, porque cuanto más amamos a Jesús surge en nosotros el anhelo por compartir de su amor, y cuanto más testificamos de nuestro amor por él, más le amamos. El amor por el Señor y la testificación se convierten en dos elementos esenciales para el desarrollo de la fe y el crecimiento espiritual.

            Finalmente, surge una cuestión importante: ¿Por qué debemos testificar? “Dios podría haber alcanzado su objeto de salvar a los pecadores sin nuestra ayuda; pero, a fin de que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra”. DTG, 116.