UN SANTUARIO DE VERDAD
Jonathan Marquez Zeisa
Hablar de santuarios en este tiempo es hablar de un tema que es conocido por la casi totalidad de los seres humanos. Es posible que hayas oído hablar de “santuario de mariposas, orangutanes, hienas, leones, flores, etc.”Pero ¿Qué es un santuario? ¿Su significado estará siempre asociado con algo santo?La verdad es que no. Un santuario es definido como un lugar sagrado, importante, valioso, de refugio o protección. Los santuarios se encuentran en todos los continentes, muchos de ellos son famosos sitios de obligadas visitas turísticas. Sin embargo en la mente de la mayoría de las personas, cuando oyen la palabra santuario, surge por antonomasia un significado: un lugar de culto, de peregrinación, consagrado a la adoración de una deidad. En este sentido usaremos esta palabra. Casi todas las religiones poseen santuarios, y en casi todos los países hay santuarios, a manera de ejemplo: los budistas tienen el templo de Borobudur, el más grande de esta religión ,el shintoismo tiene el santuario de Ise que es el más venerado y uno de los más herméticos y ocultos del mundo; los judíos, el Muro de los Lamentos; los católicos romanos, la Basílica de San Pedro, los musulmanes tienen la Meca, los protestantes poseen igualmente templos considerados santuarios por sus seguidores.
Templo budista de Borobudur Santuario shintoista de Ise
Muro de los Lamentos Basílica de San Pedro
La Meca
Y aunque muchos de los santuarios que el hombre ha construido han permanecido por largo tiempo, finalmente terminan sucumbiendo y culminan sus días en las vistosas páginas de revistas que publican las fotos de las ruinas más famosas del mundo.
Pero hay un santuario que no es de este mundo, un santuario que perdura por siempre, es el santuario donde vive y reina Dios. Es el lugar “oficial” de residencia del Rey del universo, es un lugar que trasciende el pensamiento humano, es el sitio en el que Dios está “preparando lugar” para darle alojamiento a sus hijos cuando estos sean redimidos. (Juan 14:1-3). Ese santuario tuvo una pálida imitación aquí en la tierra, (Éxodo 25:8,9) esa imitación fue construida por Moisés. Era muy parecido a una carpa de esas que se emplean para camping. Estaba dividido en dos compartimientos que se llamaban Lugar Santo y Lugar Santísimo, en cada uno de estos compartimientos había objetos que cumplían una función específica en las ceremonias que allí se hacían, y también eran objetos simbólicos, es decir representaban una realidad superior. Luego, como todo lo que edifica el hombre, desapareció, y fue reemplazado por una estructura estable construida por Salomón, y que guardaba la misma distribución que el de Moisés. El templo de Salomón fue destruido en el año 586 a.C por el ejército babilonio. Luego fue reconstruido por un hombre llamado Zorobabel quien regresó del cautiverio al que los babilonios habían sometido a los israelitas, esto ocurre por el año 457 a.C.
Posteriormente un rey llamado Herodes el Grande amplió y embelleció el templo que llegó a constituirse en un patrimonio cultural , histórico y arquitectónico de la humanidad de esa época. Pero, también fue destruido por los romanos en el año 70 d.C. De ese templo sólo queda una sección que hoy es muy visitada por los turistas y cuya foto puedes apreciar: el Muro de los Lamentos.
No olvides que todos esos santuarios eran una pálida copia del santuario de Dios que está en el cielo (Hebreos 8:5) y que es el sitio de su morada, es decir es el palacio en donde vive el Rey de Reyes y Señor de señores.
Algunas personas se han hecho la idea de que ese santuario no es real, o que es pequeño por cuanto el que construyó Moisés siguiendo el modelo del cielo, era pequeño, pero la realidad es otra. Aquí en la tierra, algunos reyes, emperadores o personas adineradas, han construido enormes palacios que contienen cientos inclusive miles de habitaciones.
A manera de ilustración tenemos los siguientes: el palacio del sultán de Brunei, Muda Hassanal Bolkiak tiene un palacio de más de 1.788 habitaciones; el Palacio Imperial de China todo un tesoro de la arquitectura mundial, posee más de 9.000 salones, salas y habitaciones; el Palacio de Verano, situado a unos 12 kilómetros de Pekín y sede del gobierno chino hasta 1908, posee cerca de 1.000 habitaciones. El Palacio del Parlamento en Bucarest, Rumanía, es el segundo mayor edificio del mundo en cuanto a superficie (350.000 m²), únicamente superado por El Pentágono, y el tercero en cuanto a volumen (2.550.000 metros cúbicos). Tiene 12 pisos de altura y 1.100 habitaciones, además de varias plantas de sótano (refugio antiatómico incluido).
Si los hombres pudieron construir esos magníficos e imponentes edificios, en los que pueden alojar a miles de invitados ¿quiénes son ellos comparados con el Soberano del universo? ¿Cómo creer que un hombre aquí en la tierra pueda tener un palacio de dimensiones tan colosales y el Rey del cielo solo uno humilde y reducido? Pero las cosas no son así, el palacio de Dios en el cielo es tan grande que podrá albergar a cada uno de los redimidos, eso fue lo que Jesús quiso decir cuando les dijo a sus discípulos “en la casa de mi Padre muchas moradas hay”(Juan 14:2).
En esta tierra, para muchas personas no es fácil tener casa propia, pero Jesús ha prometido que todos tendremos una. ¡Esas son buenas noticias! Por eso puedes leer y ahora entender mejor estas hermosas palabras:” Antes bien, como está escrito:”Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al pensamiento del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman”(1Corintios 2:9).
Si amamos a Dios, Él, además de salvarnos y darnos vida eterna, que ya es un indescriptible privilegio, nos dará además cosas que ni siquiera Julio Verne, con su extraordinaria capacidad de imaginación, jamás hubiera soñado.
¡Bendito sea su Nombre!