Un Sumo Sacerdote Humilde

Leo Ramon Acosta

sábado 23 de noviembre, 2013

Este título parece un contraste, porque cuando hablamos de sumo sacerdote inmediatamente viene la idea a nuestras mentes de alguien superior. Sumo Sacerdote induce a pensar en alguien que está por encima de los sacerdotes. Cuando recordamos la historia de Jesús, los sumos sacerdotes de la época eran personas de autoridad. Piensen en Caifás, cuando llevaron al Señor antes él, era porque representaba la autoridad eclesiástica.

Una palabra equivalente para sumo sacerdote es pontífice, es una palabra compuesta, formada por dos raices pons, "puente" y facere, "hacer", así que de acuerdo a la etimología significa "constructor de puentes".  En la antigua Roma, era el funcionario que tenía a su cuidado el puente sobre el río Tíber. Más tarde el término tomó otro significado, los pontífices eran hombres que pertenecían al consejo religioso supremo de la antigua Roma, llamado Colegio de Pontífices(Collegium Pontificum), en el que el Pontifex Maximus poseía la máxima representación religiosa. Una aplicación más amplia de la palabra es una persona que cuida o que sirve de puente. Cuando recordamos la función del Sumo Sacerdote terrenal él servía  de puente entre el pueblo de Israel y Dios. Tenía la función de oficiar en el día de la expiación para limpiar  el santuario de los pecados del pueblo, que habían sido depositados durante el año. Este sumo sacerdote era tipo de nuestro Sumo Sacerdote, el Señor Jesús, quien en este momento está ministrando en el lugar Santísimo del Santuario Celestial.

Pero el Señor Jesús es un pontífice, porque ha sido el puente entre nosotros y nuestro Padre Celestial.

Hasta ahora no hemos visto la relación entre Sumo Sacerdote y humildad, porque como se ha dicho anteriormente da la impresión de superioridad. Pero sí sabemos que cumple una función de puente o mediador. Para cumplir adecuadamente esa función se debe conocer a la persona o la personas a quien quiere ayudar como puente o mediador. Carl Rogers, un influyente Psicólogo del siglo pasado, quien junto con Abraham Maslow llegaría a introducir el enfoque humanista en la psicología, decía que para ayudar a un “cliente” (entiéndase un paciente) hay que tener una compresión empática del cliente, en otras palabras ponerse en los zapatos del otro, vivir como vive el otro. Eso fue precisamente lo que hizo el Señor Jesús. Basta leer el libro a los Hebreos para saber que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote, nuestro puente entre Dios y el hombre. Para cumplir esta función tuvo que dejar su posición de Dios y hacerse hombre para ser el puente entre Dios y el hombre. El apóstol Pablo al escribir a los Filipenses explica que el Señor hizo “kinosis” se despojó voluntariamente de su condición de Dios, como cosa a la que no quiso aferrarse. Este ejemplo se nos presenta como el mayor acto de humildad que puede conocerse. En el capítulo 2 de la carta a los Filipenses, Pablo presenta tres virtudes del Señor Jesús: humildad, servicio y obediencia. Fue tentado en todo como nosotros, vivió como nosotros, sufrió más que nosotros de tal manera que es el puente ideal para ir a Dios.