El Siervo Sufriente
Emmer Chacón
El sacrificio hecho por nuestro Señor Jesucristo será el tema de nuestro estudio y reflexión por la eternidad. De este lado solo alcanzamos a tener vislumbres de tan denso y trascendental tema. El vocabulario sacrificial del cuarto poema del Siervo en Isaías 52:13 – 53:12[1] es fascinante. Haremos una selección de este vocabulario para su análisis en el contexto del poema. Agradecemos la paciencia del amable lector y rogamos esa paciencia sea premiada con un humilde aporte a la comprensión del sacrificio del Señor en nuestro favor tal como lo presenta el príncipe de los profetas.
Iniciamos nuestro muestreo con el vocabulario de 53:4-5 que sugiere elementos de substitución y transferencia, “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Énfasis nuestro). El verso cuatro sugiere que el lleva por nosotros (substitución y transferencia) nuestras enfermedades y dolores. El verso cinco avanza y usa vocabulario más específico al usar “rebeliones” y “pecados.” Hay un crescendo del verso cuatro al cinco.
Al avanzar al verso seis nos encontramos con la frase: “Jehová cargó en él la iniquidad de todos nosotros.” Al llegar a este verso el vocabulario es bien específico y nos presenta claramente la transferencia de nuestros pecados a un substituto, el Siervo. Los versos siete y ocho hablan del Siervo como oveja llevado al matadero y cortado de entre los vivientes lo cual sugiere su muerte. Esto es confirmado por la mención de su entierro en el verso 9, “Y se dispuso con los impíos su sepultura.”
El verso nueve es mucho más explicito con su vocabulario sacrificial: “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado.” La frase castellana “expiación por el pecado” traduce el vocablo hebreo `asham (~v'a') que se usa en el libro de Levíticos para referirse a la ofrenda por el pecado. [2] Este texto interpreta la muerte del Siervo como una ofrenda por el pecado según el vocabulario levítico. Lo interesante aquí es que el ritual levítico no contempla sacrificios humanos. Esto explica el vocabulario del verso 15 cuando nos dice que “los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.” Es claro, el canto del Siervo sufriente nos está hablando del sacrificio de un ser “humano.”
El poema da un giro al final del verso diez cuando luego del lenguaje sacrificial y después que los versos ocho y nueve nos hablan de la muerte del Siervo, nos dice que el Siervo “vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.” Es a la luz del nuevo testamento que podemos leer en esta secuencia una alusión a la resurrección del Siervo. En este caso no solo estaría hablando de la resurrección del Siervo sino de su participación en el señorío, “y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”
El verso once avanza en el tiempo y vislumbra al Siervo contemplando el resultado de su sacrificio, posiblemente a los beneficiarios de su sacrificio vicario. Aquellos a quienes reemplazó, substituyó en su muerte expiatoria. El final del verso resalta esta idea: “llevará sobre sí las iniquidades de ellos.” El verso doce nos confirma en nuestra lectura de los versos ocho al once. Cuando el Señor dice “yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos.” Esto parece sugerir la participación del Siervo en el Día del Señor cuando Dios dará su recompensa a justos e impíos. La causa de esta participación del Siervo en la ejecución del juicio es clara: “por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.”
De esta manera una lectura de Isaías 52:13 – 53:12, prestando atención al vocabulario del texto nos provee una vislumbre de la experiencia del Siervo. En plena y voluntaria sumisión, el Siervo entrega una vida inmaculada en sacrificio substitutivo y expiatorio a favor de los transgresores. Una vez el sacrificio es una realidad y luego de su paso por la tumba, el Siervo vivirá para siempre y participará con el Señor en la ejecución del juicio final cuando entregue la recompensa a los justificados y el castigo a los impíos. El Siervo contemplará el resultado de su sacrificio: un pueblo redimido.
[1] John D. W. Watts, Isaiah 34-66, Word Biblical Commentary, Revised Edition, Word Biblical Commentary, vol. 25 (Nashville, TN: Thomas Nelson, 2005), 782.
[2] Los siguientes pasajes usan este vocablo: Levíticos 5, 6:10, 7, 14, 19:21, 19:22, Números 5, 6:12, 18:9, Ez 40:39, 42:13, 44:29, 46:20, cf. Esdras 10:19.