DISPOSICION A CRECER Y CAMBIAR
Miguel Patiño
El mundo, así como el universo, experimenta permanente cambio y crecimiento, sin embargo no podemos pasar por alto la inherente resistencia humana a emprender ajustes, correcciones o incluso abandono de prácticas, cuando se considera que los beneficios actuales se verán afectados ante la posible transformación. Por ello, la DISPOSICION a crecer y cambiar resultan determinantes en el contexto de un verdadero Reavivamiento y Reforma en la vida espiritual.
La lección de esta semana subraya las actitudes de los discípulos antes y después del pentecostés, enfatizando la manera en que esta dramática diferencia tuvo lugar. En las próximas líneas, quiero invitarte a reflexionar la forma en que los pioneros del movimiento adventista abordaron los diferentes ajustes necesarios en su peregrinar que dieron luz a una organización que hoy en día, está presente en mas de 200 países en el mundo.
Urías Smith, quien sirviera por 5 décadas como predicador, administrador y editor, incluyendo mas de 4,000 artículos en la Revista Adventista, escribió en 1857 lo siguiente: “hemos sido capaces de regocijarnos en las verdades mas allá de lo que en principio percibimos. Pero de ninguna manera imaginamos que ya lo hemos descubierto todo.”[1] Esto lo señaló después de 13 años del evento de 1844.
En el mismo tenor, J. N. Andrews expresó que estaría dispuesto a “cambiar mil errores por una verdad,” confirmando el espíritu de disposición a crecer y cambiar. Los pilares y fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, consideraron la comprensión de la verdad como un entendimiento dinámico y progresivo. No se aferraron a las enseñanzas concebidas previamente, ni se amoldaron a los diferentes estilos de vida que ya practicaban, sino que buscaron en la Palabra de Dios la dirección de lo alto, como quien busca un tesoro escondido, del valor mas preciado.[2]
Elena de White, a la edad de 76 años y tras haber recibido centenas de visiones y sueños, expresó la necesidad de mantener una disposición al cambio de la siguiente forma: “habrá un desarrollo del entendimiento, porque la verdad es capaz de constante expansión . . . nuestra exploración de la verdad aún es incompleta. Tan solo hemos reunido unos pocos rayos de luz”[3]
La transformación es explicada por Pablo en las siguientes palabras: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” La palabra griega traducida como “transformación” es “metamorfoumetha,” de donde viene la palabra conocida “metamorfosis,” cambio de forma.
Transformación da por sentado una forma previa, que requiere ser cambiada de su estado original y que puede ser tan distinta como sucede con una crisálida y una mariposa. Esta palabra se usa cuatro veces en el Nuevo Testamento, dos de ellas para referirse a la transfiguración de Jesús, una mas en el pasaje señalado y la cuarta en Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
El mayor peligro del cristiano es considerar que su actual condición es la correcta y que no hay mayor aprendizaje ni ajuste en su vida, pues ha alcanzado la plenitud y madurez cristiana. Solo en la medida que el yo sea dejado de lado, el poder transformador del Espíritu de Dios podrá obrar en nosotros, produciendo una metamorfosis de nuestro entendimiento y una renovación de nuestras facultades, llevándonos de gloria en gloria a la semejanza de Cristo Jesús: nuestro verdadero ideal.
[1]Urias Smith, Adventist Review, 30 de abril de 1857.
[2]George Knight, A Search for Identity: The Development of Seventh-day Adventist Beliefs (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 2000), 17-42.
[3]Elena G. White, Letter to P. T. Magan, 27 de enero de 1903.