Como hacer de la vida Cristiana una experiencia gozosa
Carlos Elias Mora
Como cristianos y como adventistas sabemos lo que es la salvación, como se logró y lo que implica para quien la acepta. El problema es, para muchos creyentes y muchos adventistas, es como hacer esta gran verdad una realidad práctica y que impacte su vida día a día. Es más fácil aceptar una doctrina que vivirla.
El primer paso de nuestra redención es reconocer que somos pecadores y que no podemos salvarnos ni superarnos por nosotros mismos. Podemos lograr ciertos logros en el diario vivir como personas y mantener una vida normal. Pero no podemos lograr la salvación ni superación por nosotros mismos. Este punto es un golpe fuerte para la mentalidad humanista y espiritualista de nuestros días. La gente secular no quiere aceptar este mensaje que golpea su más preciado tesoro: el orgullo humano.
Pero aquel que acepta esta verdad esta listo para el siguiente paso: aceptar a Jesús como su Salvador personal y reconocer que solo con el puede ser victorioso y cambiar. Este paso es una de las mayores alegrías para todos los creyentes, y para muchos la más importante. Es una experiencia única y maravillosa que marca el inicio de una nueva vida. El gozo que se vive es producto de sentirse libre de toda culpa y de la aceptación que Cristo hace en nuestras vidas.
Pero es aquí donde muchos creyentes se extravían en su caminar con Cristo, aun cuando ellos se mantengan dentro de la fe y exteriormente son "buenos" cristianos. Por un lado, algunos tienen la idea que luego de la conversión, el nuevo hijo de Dios debe hacer esfuerzos personales para ser cristiano y que Dios espera tales esfuerzos como requisito indispensable de la salvación. En otras palabras, una mezcla de justificación propia que suplementa la justificación que da Cristo, o bien, viceversa. En simples palabras, un plan 50-50. Craso error! Así como el perdón es 100% don de Dios (Efe 2:8,9), el diario caminar con Jesús es 100% la obra del Espíritu en mi vida (Efe 2:10). Es aquí donde la frustración llena la vida del converso, porque falla en lo que piensa él debe colaborar para su obediencia. Olvida que es todavía humano y que no hay nada que lo justifique delante del Señor y que su corazón tiende al mal, de ahí la necesidad de la total dependencia en Dios quien ofrece un corazón nuevo para cada día.
El otro camino torcido que atrapa a muchos cristianos es el no experimentar el perdón divino. Esto debido a una mala comprensión del Evangelio o a falta de estudio del mismo o falta de fe en el sacrificio de Cristo. A veces no es tanto por los pecados cometidos antes de la conversión, sino los que se realizan durante el proceso de santificación. Muchos viven con esta angustia y esto les roba el gozo de seguir a Jesús. Es una triste realidad para muchos adventistas. A eso se suma voces extremistas que proclaman que se puede y debe vivir sin pecado alguno, de ningún tipo, por lo que la frustración y amargura es mayor. Se olvidan que el perdón y la obediencia diaria- lo que los teólogos llaman justificación y santificación respectivamente- es un don de Dios completamente. No hay elemento humano agregado en esto, ni una pizca.
Esta verdad es maravillosa, es refrescante y llena de gozo el corazón. Dios te perdona y me perdona de gratis simplemente por amor, sin nosotros merecerlo. Pero además, el promete perdonarnos cada día y además darnos el poder de su Espíritu Santo a cada momento para que obre en nuestros corazones y transforme nuestro carácter y conducta. Solo tengo que creer y aferrarme. Esta es la maravillosa gracia divina.
Cual es entonces mi parte y tu parte como creyente? Primero aceptar de corazón la potente verdad del Evangelio. Apropiarse de estas promesas a cada momento. Segundo mantener el contacto con Dios y su Espíritu abierto y en constante comunicación con el. Cómo? Leyendo las Escrituras con oración y cuidado para descubrir las verdades de Dios; orando sinceramente y constantemente; colocándonos en el lugar donde nuestra mente pueda ser animada y fortalecida: buenos amigos, buena música, lectura y películas, una buena alimentación, en suma todo aquello que nos acerque a Dios y llene nuestra mente de buenos pensamientos; y por lo tanto evitar todo lo contrario. Finalmente, servir a los demás: con nuestro tiempo, con nuestro dinero y tiempo y hacer el bien al prójimo. Este ejercicio dará vitalidad a la fe. Vale la pena enfatizar que todo esto es obra del Espíritu Santo que se mezcla con tu voluntad, con tu deseo, con tu disposición de amar y servir a Dios, y El obra en nosotros el querer como el hacer.
Vivamos una vida cristiana gozosa a la luz del perdón y del poder de Dios obrando en nuestras vidas!