¿Podrán los ricos ir al cielo?
Leo Ramon Acosta
Si juzgamos rápidamente por lo que dicen los siguientes versículos: “Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tiene y dalos a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme “(Mateo 19:21) y “Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de los cielos” (Mateo 19:24) podríamos concluir que los ricos no van al cielo. Del primer versículo podríamos transliterarlo de la siguiente manera “Si eres rico, vende todo lo que tiene, quédate pobre, y así tendrás tesoro en el cielo” del segundo versículo se pudiera llegar a la conclusión “es imposible que un rico vaya al cielo”
No obstante si hacemos un análisis más técnico, desde el punto de vista bíblico, podemos tener una visión más correcta; en el primer versículo se utiliza la palabra perfecto. Dice “Si quieres ser perfecto”; al revisar este versículo en el original, en griego, la palabra que se usa para perfecto es “telegios”, el significado de esta palabra según la concordancia de Strong es: completo, desarrollado, adulto, maduro, hombre virtuoso. Una interpretación más apegada al texto es que la persona que tiene dinero debe ser madura, porque de lo contrario su corazón estará en el dinero y no es la razón por lo que Dios permite que tenga dinero. Abandonar el dinero que se posee para ayudar a otro, es un acto de profunda madurez y virtud. Esto fue lo que hizo el propio Jesús y que trató de que el joven rico entendiera. Al respecto la Elena de White dice “El abandonó sus riquezas y su gloria, y se empobreció para que el hombre fuese hecho rico mediante su pobreza; y requiere que el hombre abandone las posesiones terrenales, el honor y los placeres, a fin de conseguir esas riquezas. Él sabe que cuando los afectos están dirigidos hacia el mundo, son retirados de Dios; por eso dijo al joven rico: “Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoros en el cielo” (Consejos sobre mayordomía cristiana, 223). En el mismo sentido de la madurez, el Señor les dijo a sus discípulos que era difícil que un rico entrara en el cielo, deseaba que se cambiara un concepto errado que lo ricos tenían derecho al cielo, ya que le riqueza se consideraba una bendición del cielo.
Es difícil llegar a la conclusión que los ricos no van al cielo, cuando observamos que muchos patriarcas fueron ricos. Abraham, Isaac, Jacob. Un ejemplo más evidente es el Job, a pesar de ser un hombre probado por el propio Satanás se mantuvo fiel a Dios. El Señor lo califica de hombre perfecto, recto y apartado del mal. Pero él era muy rico y después de su prueba tuvo más de lo que tenía antes.
El apóstol Pablo interpreta muy bien el asunto cuando escribe “porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1 Tim.6:10)
El asunto se resuelve al entender el concepto de mayordomía, tomando como base la idea del apóstol Pedro cuando dice “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10). Dios quiere bendecir a sus hijos aquí en la tierra y lo hace a través de sus mayordomos fieles. Reparte dones, no para el beneficio egoísta de quien los recibe, sino para quien los recibe beneficie a otros. Esto incluye cualquier don, si eres un profesional, Dios permitió que seas un profesional para servir a otros. Si conociste la Palabra de Dios debes comunicarla a otros. Si tienes un carro, ojalá que sea para el servicio de otros. Pero ¿que sucede si tienes muchas riquezas? Dios te bendijo para que a través de ti muchas personas puedan ser beneficiadas. Se da un fenómeno interesante: mientras más das, más vas a recibir para seguir repartiendo. No importa si eres rico o pobre, lo importante es la forma como administras lo poco o mucho que Dios te dio. Todo lo que tienes ponlo al servicio de Dios y serás bienvenido en el reino de los cielos!