"Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe" (Gálatas 6:10).

RESTAURAR A LOS CAÍDOS

domingo 18 diciembre, 2011

Pablo tenía elevadas expectativas acerca de la vida cristiana (Gálatas 5:16), y su consejo a los creyentes, en Gálatas 6:1, es muy alentador y realista. Los seres humanos no son perfectos, y aun los cristianos más consagrados se equivocan. Las palabras de Pablo en Gálatas 5:16 indican que visualizaba una situación que probablemente suceda en la iglesia hoy. Pablo da consejos prácticos acerca de cómo tratar tales situaciones cuando se presentan.

¿Cómo deberían responder los cristianos cuando un creyente cae en alguna conducta pecaminosa? Gálatas 6:1; Mateo 18:15-17.

Para beneficiarnos con el consejo de Pablo, necesitamos comprender cuál era la situación exacta en la que Pablo pensaba. Ella giraba en torno a dos palabras usadas en Gálatas 6:1. La primera es ser sorprendido (RVR, NVI) o incurra (BJ). Literalmente significa "ser detectado o sorprendido". El contexto sugiere que Pablo se refiere no solo a un creyente que sorprende a otro en un acto malo, sino también cuando una persona encuentra que "incurrió" en una conducta errada (ver Proverbios 5:22) que habría elegido evitar.

Es probable que la mala conducta que Pablo analiza no sea deliberada, por los términos que usa. La palabra "falta" (RVR), o "pecado" (NVI), se refiere a un error, un tropezón o un paso en falso. Esto parece lógico por el comentario acerca de "andar" en el Espíritu. Aunque esto no excusa el error, Pablo hace claro que no está tratando con un caso de pecado desafiante (1 Corintios 5:1-5).

La respuesta adecuada no debería ser el castigo, la condenación o el desglose como miembro, sino la restauración. La palabra para "restaurar" es katartízo, y significa "remendar" o "poner en orden". En el Nuevo Testamento se la usa para "remendar" las redes de pesca (Mateo 4:21). Del mismo modo que no abandonaríamos a un compañero creyente que se cae y se quiebra una pierna, como miembros del cuerpo de Cristo debemos cuidar tiernamente a nuestros hermanos en Cristo que pueden tropezar y caer al caminar juntos por el sendero al Reino de Dios.

En lugar de practicar Mateo 18:15 al 17, ¿por qué hablamos mal, tan a menudo, de la persona con la que estamos enojados, dejamos que nuestro enojo siga activo contra ella, o incluso hacemos planes para vengarnos?

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