"Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo" (1 Tesalonicenses 5:8).

ANIMAOS UNOS A OTROS

jueves 30 de agosto, 2012

En 1 Tesalonicenses 5:1 al 11, Pablo planteó diversos contrastes para ilustrar los dos lados del Juicio. Pablo ahora se ocupa del contraste entre la ira y la salvación. Los creyentes pueden tener confianza en los últimos días porque en Cristo tienen certeza de que son hijos de la luz.

Lee 1 Tesalonicenses 5:8 al 11. ¿Cuál es el mensaje de estos versículos? ¿Cuál es la esperanza que menciona Pablo, y por qué podemos reclamarla para nosotros? ¿Cómo se revela el evangelio en estos textos?

Muchos sienten que el concepto bíblico de la ira de Dios refleja más la cultura de los tiempos bíblicos que la verdad acerca de Dios, pero es equivocado. En la Biblia, Dios ha dado su verdad en un lenguaje humano. Pero la idea de la ira de Dios no se limita a las partes más antiguas de la Biblia; también está en el Nuevo Testamento, incluyendo palabras de Jesús (Lucas 21:23; ver también Juan 3:36), en la pluma de Pablo (Romanos 1:18, 1 Tesalonicenses 1:10) y en las visiones del Apocalipsis (Apocalipsis 6:16, 17; 15:1). Así que, no podemos ignorar esta idea, ya que expresa algo importante acerca de Dios y del plan de salvación.

Aunque aquí no podemos profundizar en el tema, debe estar claro que la ira de Dios no es una furia irracional e impulsiva. Los caminos de Dios no son los nuestros (ver Isaias 55:8, 9). El concepto bíblico de la ira de Dios es más como la necesidad de justicia que tiene una nación en relación con los que quebrantan las leyes y oprimen a otros. Los que persisten en la impiedad serán destruidos. Como todos quebrantamos la ley de Dios, todos estamos sujetos a la ejecución de la justicia si no fuera por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo.

Esas son las buenas nuevas de la ira de Dios que brillan a través de 1 Tesalonicenses 5:8 al 11. El propósito de Dios no es la "ira" o justicia punitiva, sino la gracia y la salvación. Y Cristo ha provisto la protección que necesitamos para no experimentar la destrucción en el Juicio. Por eso, Pablo dice que la ira de Dios, bien comprendida, es animadora en lugar de temible (1 Tesalonicenses 5:11). En Cristo, no necesitamos enfrentar la ira de Dios porque, en la cruz, Jesús la afrontó por nosotros. ¡Y esas son buenas nuevas!