“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como la de un cordero sin mancha y sin contaminación”.

1 Pedro 1:18 y 19

CARGAR EL PECADO

miércoles 30 octubre, 2013

Lee Levítico 6:25 y 26; y 10:16 al 18. ¿Qué verdad vital se revela aquí?

Al comer la ofrenda en el Lugar Santo, el sacerdote oficiante “llevaba la iniquidad” del ofensor. La carne de esta ofrenda no era solo un pago por los servicios del sacerdote (de otro modo, Moisés no hubiera estado tan enojado con los hijos de Aarón por no haberla comido), sino una parte vital de la expiación.

¿Cómo contribuía el comer el sacrificio al proceso de la expiación? Solo se había de comer de aquellas ofrendas en las que la sangre no entraba al Lugar Santo; es decir, las ofrendas del líder y del hombre común. La Biblia afirma que al comer el sacrificio los sacerdotes “llevaban la iniquidad (la culpa)”, que “hacía expiación” del pecador. Llevar la iniquidad implicaba que el pecador ahora estaba libre de ella.

En el hebreo, Éxodo 34:7 dice que Dios “lleva la iniquidad”, las mismas dos palabras hebreas que se usaron en Levítico 10:16, donde se aclara que el sacerdote llevaba el pecado que a la vez traía el perdón para el pecador. Sin esa transferencia, el pecador tendría que cargar su propio pecado (Lev. 5:1) y, por lo tanto, tendría que morir (Rom. 6:23).

Que el sacerdote llevara el pecado de otro es justo lo que Cristo hizo por nosotros. Él murió en nuestro lugar. Concluimos que la obra sacerdotal en el Santuario terrenal tipifica la obra de Cristo por nosotros, porque él llevó sobre sí mismo la culpa de nuestros pecados.

“La bendición viene por causa del perdón; el perdón viene por medio de la fe en que el pecado, del que se está arrepentido y se lo ha confesado, es llevado por el gran Cargador del pecado. Así, de Cristo vienen todas nuestras bendiciones. Su muerte es un sacrificio expiatorio por nuestros pecados. Él es el mayor medio por el cual recibimos la misericordia y el favor de Dios. Él, entonces, es realmente el Originador, el Autor, así como el Consumador, de nuestra fe”.

MR 9:302

Imagínate ante Dios en el juicio. ¿Cuál sería tu defensa: tus buenas obras, tu observancia del sábado, todas las cosas buenas que hiciste y todas las cosas malas que no hiciste? ¿Crees que esto sería suficiente para justificarte delante de un Dios santo y perfecto? Si no, ¿cuál es tu única esperanza en el juicio? (Ver 1 Ped. 1:22.)

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