“Uno solo es el dador de la Ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?

Santiago 4:12

Conclusión

viernes 28 de noviembre, 2014

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “El tiempo”, Palabras de vida del gran Maestro, p. 277-281.

“Ninguno entre vosotros continúe gloriándose contra la verdad al declarar que este espíritu es una consecuencia necesaria de tratar fielmente con pecadores y de mantenerse en defensa de la verdad. Tal sabiduría tiene muchos admiradores; pero es engañosa y dañina. No procede de lo Alto sino que es producto de un corazón no regenerado. Su originador es Satanás. Ningún acusador de otros se gloríe de tener discernimiento, pues al hacerlo cubre los atributos de Satanás con las vestiduras de justicia”

CBA, t. 7, p. 948

“El culpable del mal es el primero que lo sospecha. Trata de ocultar o disculpar el mal de su propio corazón condenando a otro. Fue por medio del pecado que los hombres llegaron al conocimiento del mal; apenas Adán y Eva incurrieron en pecado, empezaron a recriminarse mutuamente. Esta será la actitud inevitable de la naturaleza humana siempre que no sea gobernada por la gracia de Cristo”

DMJ, p. 107, 108

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Considera la última cita que está arriba. ¿Cómo podemos protegernos de hacer lo mismo: juzgar y acusar a otros para tratar de sentirnos mejor acerca de nosotros mismos y de nuestras propias fallas?
  2. Medita en el hecho de cuán rápidamente pasa la vida. ¿Qué debería decirnos eso acerca de cuáles deberían ser nuestras prioridades? Aunque la Teoría de la Relatividad Especial dice que el tiempo mismo varía dependiendo de la velocidad con que nos movemos en un marco de referencia, una cosa es cierta: no importa cuán rápida o lentamente transcurra el tiempo, una vez que pasó un momento, pasó para siempre. ¿De qué modo este pensamiento solemne debe impactar lo que hacemos con nuestro tiempo?
  3. ¿Cómo tratamos a las personas cuyos pecados deben ser considerados, sin caer en la trampa contra la que Santiago nos advierte?