“No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a lo que destruye a los reyes. No es de los reyes, oh Lemuel, no es los reyes beber vino, ni de los príncipes la sidra” Prov. 31:3, 4

Un brindis "a la vida"

domingo 22 marzo, 2015

En muchas culturas, el beber alcohol está asociado con la vida. La gente levanta una copa y desea que el otro tenga una vida larga; aunque la ironía es que cada copa actúa en dirección a la destrucción de la vida. Botellas elegantemente diseñadas, cantos poéticos y divertidos hacia la bebida, avisos publicitarios agudos y aun algunos “hallazgos” científicos, todos estimulan a los que beben en su idea de que el alcohol es bueno para ellos. Proverbios ya nos ha advertidos en contra de este engaño mortal (Prov. 23:30-35). Ahora reaparece el tema, mostrándonos aún más daños que puede producir el alcohol.

Lee Proverbios 31:4, 5, 8 y 9. Juntos, ¿qué dicen, y cómo se aplica su mensaje a cada seguidor del Señor, no solo al rey?

En un lenguaje similar, Job se describe como que “era ojos al ciego, y pies al cojo” (Job 29:15). Del mismo modo, el rey o los que tienen recursos deberían ayudar a sostener a los pobres y a los necesitados; y a los “mudos”, por cuanto no tienen una voz para que los escuchen.

El efecto destructivo del vino también puede verse en cuán fácilmente se distorsiona el juicio de una persona. Aunque el alcohol es lo suficientemente malo para la persona común, para un rey o alguien que tiene poder el alcohol puede crear situaciones terribles. El rey que es bebedor no solo “se olvida la ley” y no sabe qué es lo bueno, además pronuncia sentencias distorsionadas: el culpable es declarado inocente y el inocente, culpable.

Lo que está en juego aquí es la capacidad para discernir el bien y el mal, lo correcto y lo equivocado. La prohibición de beber vino tiene que ver con la sabiduría básica y, como tal, debe aplicarse a cada ser humano. Es digno de notar que esta preocupación es precisamente la razón implicada en la prohibición especial para los sacerdotes: “para poder discernir entre lo santo y lo profano” (Lev. 10:9, 10).

¿Quién no ha visto los efectos devastadores del alcohol en muchas vidas? ¿Cómo puedes ayudar a otros, especialmente a los jóvenes, a mantenerse alejados de lo que puede traer solo daño para ellos y para otros?

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