“Él juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová” (Jer. 22:16).

BAJO EL GOBIERNO DE JOSÍAS

domingo 11 octubre, 2015

Josías fue el decimosexto rey en el Reino del Sur; reinó entre los años 640 y 609 a.C. Llegó a ser rey a la edad de ocho años, después de más de medio siglo de declinación moral y espiritual bajo los mandos de su padre (Amón) y su abuelo (Manasés), dos de los reyes más malvados de Judá. El reinado de Josías duró 31 años. Sin embargo, a diferencia de sus antecesores, Josías “hizo lo recto ante los ojos de Jehová” (2 Rey. 22:2), a pesar del ambiente que estaba en contra de él.

“Hijo de un rey impío, asediado por tentaciones a seguir las pisadas de su padre y rodeado de pocos consejeros que lo alentasen en el buen camino, Josías fue sin embargo fiel al Dios de Israel. Advertido por los errores de las generaciones anteriores, decidió hacer lo recto en vez de rebajarse al nivel de pecado y degradación al cual habían caído su padre y su abuelo. ‘Sin apartarse a diestra ni a siniestra’, como quien debía ocupar un puesto de confianza, resolvió obedecer las instrucciones que habían sido dadas para dirigir a los gobernantes de Israel; y su obediencia hizo posible que Dios lo usase como vaso de honor” (PR 283).

Lee 2 Crónicas 34. ¿Cuáles fueron los componentes de la reforma de Josías, y por qué son centrales para cualquier intento de reforma espiritual, sea corporativo o personal?

La reforma de Josías consistía en dos componentes principales. Primero eliminar, tanto como fuera posible, cualquier cosa que tuviera un rastro de idolatría. Es decir, el Rey actuó para erradicar las malas prácticas que había adoptado la nación.

Pero, eso era solo el primer paso. Una ausencia de mal o de prácticas equivocadas no significa automáticamente que seguirá el bien. Luego, después de escuchar la lectura del libro de la Ley, el Rey hizo un pacto con Dios “de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo su corazón y con toda su alma, poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro” (2 Crón. 34:31).

Lee 2 Crónicas 34:32 y 33. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca del poder del buen ejemplo, especialmente entre la gente que está en posiciones de poder e influencia? Piensa: ¿Qué influencia ejercen tus palabras sobre los demás?

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