“He aquí vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jer. 23:5).

EL DIOS DE JEREMÍAS

domingo 20 diciembre, 2015

Los adventistas del séptimo día entienden que en el centro de la gran controversia existe un tema vital: ¿Cuál es el carácter de Dios? ¿Cómo es realmente Dios? ¿Es un tirano arbitrario, como lo evalúa Satanás, o es un Padre amante y preocupado que solo quiere el bien para nosotros? Estas preguntas realmente son las más importantes en todo el universo. Después de todo, ¿cuál sería nuestra situación si Dios, en vez de ser bondadoso y estar dispuesto al auto-sacrificio, fuese arbitrario, cruel y sádico? Estaríamos mejor sin un Dios que teniendo un Dios así.

Por eso, las preguntas son de enorme importancia. Afortunadamente, tenemos las respuestas, y se las ve mejor en la Cruz.

“Nunca olvidarán que aquel cuyo poder creó los mundos innumerables y los sostiene a través de la inmensidad del espacio, el Amado de Dios, la Majestad del cielo, aquel a quien los querubines y los serafines resplandecientes se deleitan en adorar, se humilló para levantar al hombre caído; que llevó la culpa y el oprobio del pecado, y sintió el ocultamiento del rostro de su Padre, hasta que la maldición de un mundo perdido quebrantó su corazón y le arrancó la vida en la cruz del Calvario. El hecho de que el Hacedor de todos los mundos, el Árbitro de todos los destinos, dejase su gloria y se humillase por amor al hombre, despertará eternamente la admiración y la adoración del universo” (CS 709).

¿Cómo se revelan la naturaleza y el carácter de Dios en los siguientes textos de Jeremías? Es decir, ¿qué nos enseñan estos textos acerca de Dios?

Jer. 2:13

Jer. 5:22

Jer. 11:22

Jer. 31:3

Jer. 3:7

Estas son solo unas pocas de las muchas imágenes y expresiones usadas en el libro que nos revelan algo de la naturaleza y el carácter de Dios. Él es la Fuente de vida; el poderoso Creador; un Dios de juicio; un Dios que nos ama y nos llama, una y otra vez, a arrepentirnos de nuestros pecados y a apartarnos de las sendas que conducen a nuestra destrucción.

¿Qué evidencias del carácter amante de Dios has visto en tu propia vida?

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