“Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? (Mat. 9:5).

Conclusión

viernes 22 abril, 2016

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Puedes limpiarme”, El Deseado de todas las gentes, pp. 227-237.

Los alemanes tienen un dicho: “ Einmal ist keinmal”. Significa, literalmente: “Una vez es ninguna vez”. Es una expresión idiomática para la idea de que, si algo ocurre solo una vez, entonces no cuenta, no importa. Si sucede una sola vez, es como si nunca hubiera ocurrido. Ya sea que estés o no de acuerdo con esta idea, analízala en el contexto de la sección del jueves, donde, para responder al hombre que quería primero enterrar a su padre y después ser su discípulo, Jesús dice: “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mat. 8:22). ¿Qué quiso decir Jesús al implicar que el hombre, un hombre viviente, estaba muerto? Bueno, si “una vez es ninguna vez”, entonces, para vivir sobre esta Tierra solo una vez, sin una eternidad después, lo mismo sería que nunca hubieses nacido. Podrías estar muerto ahora (ver Juan 3:18). Los pensadores seculares, que no creen en una vida después de la muerte, se han quejado por la falta de sentido de una vida que existe solo una vez y, además, por un tiempo breve, antes de desaparecer por la eternidad. ¿Qué significado tiene la vida, se han preguntado, si después de este breve pasaje desaparecemos para siempre y somos olvidados para siempre? No es extraño, entonces, que Jesús respondiera como lo hizo. Estaba queriendo mostrarle al hombre una realidad mayor que lo que este mundo, en sí mismo y por sí mismo, ofrece.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Recordando la idea presentada arriba, vuelve y lee la historia (en Mateo) en la que Jesús le habla al hombre sobre el entierro de los muertos. ¿Qué debe decirnos esto acerca de cuán vital es recordar el cuadro completo (y cuando decimos “completo”, queremos decir realmente el gran cuadro) en todo lo que hacemos? ¿De qué modo nos ayuda nuestra teología a comprender cuán grande es realmente ese cuadro?
  2. No siempre conocemos la voluntad de Dios para la curación física, pero siempre sabemos su voluntad para nuestra curación espiritual. ¿De qué forma debería afectar esto nuestra vida de oración?
  3. ¿Qué cosas son las más importantes para ti? Haz una lista y llévala a la clase. ¿Qué pueden aprender de las prioridades de cada uno de ustedes? ¿Qué nos enseñan esas prioridades sobre nosotros mismos, y sobre nuestra visión del mundo, de Dios y de los demás? ¿Cuán diferente sería la lista si un grupo de ateos estuviera haciendo lo mismo?

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