«No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley» (Rom. 13: 8, RVC).

LA LEY DEL AMOR

domingo 23 de marzo, 2025

La Ley de Dios no consiste en principios abstractos; por el contrario, es una expresión que tiene que ver con relaciones. Esto puede verse explícitamente en los Diez Mandamientos, cuyos principios básicos ya existían en el Jardín del Edén. Dicho de otra manera, son los principios del amor que debían regir la relación entre Dios y las personas, y entre estas.

Cuando los Diez Mandamientos fueron proclamados en Éxodo 20 y luego escritos en piedra, se entregaron a Israel en el contexto de una relación de pacto. Los Mandamientos fueron puestos por escrito después de que el Señor liberó al pueblo de Egipto, y se basaban en el amor de Dios y en sus promesas para la nación (ver Éxo. 6: 7, 8; Lev. 26: 12). Las dos divisiones de los Diez Mandamientos muestran que su objetivo es el desarrollo pleno de la relación humana con Dios y de las relaciones interpersonales.

Lee Éxodo 20: 1 al 17. ¿Cómo revelan estos versículos los dos principios, el del amor a Dios y el del amor a los demás?

Los cuatro primeros Mandamientos se refieren a las relaciones de las personas con Dios, y los seis últimos a las relaciones de las personas entre sí. Nuestra relación tanto con Dios como con los demás debe estar regulada por los principios de la Ley de Dios.

Estas dos partes de la Ley corresponden directamente a lo que Jesús identificó como los dos mandamientos más importantes: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Mat. 22: 37; compara con Deut. 6: 5) y «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mat. 22: 39; compara con Lev. 19: 18).

Los cuatro primeros Mandamientos expresan cómo amar a Dios con todo nuestro ser, mientras que los seis últimos se refieren al amor hacia los demás. Jesús hace explícito que estos dos grandes mandamientos del amor están integralmente relacionados con la Ley. «De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas» (Mat. 22: 40).

La totalidad de la Ley de Dios, por lo tanto, se fundamenta en el amor divino. El amor y la Ley de Dios son inseparables. A menudo oímos decir: «No necesitamos guardar la Ley, solo necesitamos amar a Dios y amar a los demás». ¿Por qué no tiene sentido esa idea?

¿Cómo podríamos expresar amor a Dios, o amor a los demás, si estuviéramos violando alguno de los Diez Mandamientos?