«No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley» (Rom. 13: 8, RVC).

LA LEY ES SANTA, JUSTA Y BUENA

lunes 24 de marzo, 2025

El amor es el fundamento de la Ley de Dios. Cuando Dios defiende la Ley, defiende el amor. Esta es la razón por la que Jesús murió para salvar a los pecadores, para poder defender la Ley y al mismo tiempo concedernos la gracia. De este modo, podía ser a la vez justo y justificador de quienes creen (Rom. 3: 25, 26). ¡Qué expresión de amor! En consecuencia, el proceso de redención no invalida la Ley, sino que la confirma.

Lee Romanos 6: 1 al 3 y luego Romanos 7: 7 al 12, con especial atención al versículo 12. ¿Qué nos dicen estos textos acerca de la Ley, incluso después de la muerte de Cristo?

Aunque algunos creen que la gracia y la redención anulan la Ley, Pablo dice claramente que no debemos continuar en el pecado para que la gracia aumente. Por el contrario, quienes están en Cristo por la fe han sido «bautizados en su muerte» y, por lo tanto, deben considerarse muertos al pecado y vivos para Cristo.

La Ley de Dios no es pecado, pero, entre otras cosas, nos hace percibir el pecado y nuestra pecaminosidad. Por eso, «la ley es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno» (Rom. 7: 12). La Ley revela, como ninguna otra cosa, nuestra gran necesidad de salvación, de redención, lo cual solo es posible por medio de Cristo. En consecuencia, no «invalidamos la Ley» por la fe, «más bien, confirmamos la Ley» (Rom. 3: 31).

Cristo no vino a anular la Ley, sino a cumplir todo lo prometido en la Ley y en los Profetas. Por eso insiste en que «antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley» (Mat. 5: 18).

La Ley de Dios representa su santidad, su carácter perfecto de amor, justicia, bondad y verdad (Lev. 19: 2; Sal. 19: 7, 8; 119: 142, 172). A este respecto, es significativo que, según Éxodo 31: 18, Dios mismo escribiera los Diez Mandamientos en las tablas de piedra. Escritas en piedra, estas leyes son testimonio del carácter inmutable de Dios y de su gobierno moral, que se fundamenta en el amor, un tema central del Gran Conflicto.

¿Cómo nos ayuda este vínculo entre la Ley y el amor a entender mejor las palabras de Jesús: «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14: 15)?