“Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: ‘¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!’ ” (Juan 1:29).

LA PREGUNTA DE ISAAC: ¿DÓNDE ESTÁ EL CORDERO?

martes 8 de abril, 2025

La primera mención bíblica de un cordero aparece en Génesis 22; es decir, en la misma historia que menciona por primera vez el amor. El cordero es uno de los símbolos más recurrentes del Apocalipsis, donde Jesús es llamado “Cordero” más de veinte veces. En una de las escenas más impactantes del libro, la visita de Juan a la sala del Trono de Dios en los capítulos 4 y 5, el Cordero desempeña el papel central.

Lee Génesis 22:7 y 8; Éxodo 12:3 al 13; y Apocalipsis 5:5 al 10. ¿Cómo nos ayuda la historia del casi sacrificio de Isaac a entender el uso simbólico de los corderos? ¿Cómo se relaciona esta historia con lo que Juan ve en Apocalipsis 5?

La primera mención de un cordero en la Biblia aparece en la pregunta de Isaac: “¿Dónde está el cordero?” (Gén. 22:7). Curiosamente, el resto de la Biblia responde esa pregunta con lujo de detalles. Los otros 38 libros del Antiguo Testamento conducen al lector por un camino en el que la pregunta de Isaac es respondida progresivamente con más y más detalles, desde los rituales de la Pascua hasta el primer trabajo de David y en adelante. Toda la historia bíblica está salpicada de innumerables profecías mesiánicas que anticipan la respuesta a la pregunta de Isaac. Luego, en el Nuevo Testamento, la pregunta es respondida cuando Jesús aparece en persona, ministra entre su pueblo y entrega finalmente su vida como sacrificio en la Cruz.

Veamos la primera mención de un cordero en el Evangelio de Juan (Juan 1:29-34). Daría la impresión de que Juan el Bautista estuviera respondiendo la pregunta de Isaac en un escenario que no podría ser más apropiado. Los pecadores se arrepienten y se sumergen en el agua del bautismo, que simboliza la muerte del pecador y el comienzo de una nueva vida. En este contexto, Jesús, el Cordero de Dios, aparece súbitamente y, según el relato de Mateo, los cielos se abren para anunciarlo: “ ‘Este es mi Hijo amado, en quien me complazco’ ” (Mat. 3:17). En el caso de Abraham e Isaac, la voz del Ángel del Señor anuncia también desde el Cielo la solución divina para el problema de ellos (Gén. 22:11-14).

Cuando se entretejen todos los hilos, queda claro que Jesús, el Cordero de Dios, es nuestro Sustituto. Eso arroja mucha luz sobre nuestra comprensión del Cordero inmolado en la visión de Juan acerca del Trono en Apocalipsis.

¿Por qué es fundamental para nuestra salvación saber que Jesús es nuestro Sustituto? ¿Qué esperanza tendríamos sin él como Sustituto, especialmente en ocasión del Juicio?