“Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: ‘¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!’ ” (Juan 1:29).
LA MUERTE
Quizás el aspecto más cruel de vivir en un mundo separado de su Creador sea la forma en que la muerte acecha en el trasfondo de cada vida, lista para atacar en cualquier momento. Es la “paga que da el pecado”, la consecuencia de habernos desconectado de nuestro Creador, la única Fuente de vida del universo. Como tal, el pecado desempeña un papel fundamental en la profecía bíblica, tanto por su realidad como, lo que es aún más importante, por su solución, que solo se encuentra en Jesús, en su muerte y su resurrección.
Tanto la primera mención de la muerte en la Biblia como su primera aparición arrojan mucha luz sobre este tema fundamental de la profecía, ya que nos ayudan a comprender la gravedad del problema del pecado y aportan importantes herramientas para entender la solución divina para el problema.
Lee Génesis 2:15 al 17; 4:8 al 15; 1 Corintios 15:15 al 19; y Apocalipsis 1:18. ¿Qué nos dicen estos pasajes (que incluyen la primera mención y aparición de la muerte) acerca de por qué mueren los seres humanos? ¿Cómo ve Dios la muerte y cuál es la solución divina para el problema?
A menudo decimos que “la muerte es parte de la vida”. Eso no es así. La muerte es lo contrario de la vida, la pérdida de esta, un intruso que nunca debió formar parte de nuestra experiencia aquí. Aunque nos hayamos acostumbrado a la muerte, nuestros corazones siguen protestando enérgicamente cuando nos encontramos con ella, como si la humanidad toda aún se diera cuenta de que hay algo fundamentalmente erróneo en ella. Por muy dolorosa que la muerte resulte en general, hay casos en los que parece más trágica aún, como cuando muere un niño. En general, esperamos que los padres precedan a sus hijos en la muerte, y hemos llegado a aceptar esto como el orden normal de las cosas. Sin embargo, la primera muerte registrada en las Escrituras va en contra de esa norma aceptada. Antes de que Adán y Eva pasaran por la muerte, experimentaron la tragedia de esta cuando Abel, su hijo justo, fue asesinado por Caín, su malvado hermano. Esa fue sin duda una muerte particularmente injusta.
Piensa en Jesús, el justo asesinado por el injusto, como en el caso de Abel. ¿Qué muerte pudo ser más injusta que la de Cristo? ¿Qué otros paralelismos podríamos encontrar entre la muerte de Abel y la de Cristo en la Cruz? ¿Cómo puede ayudarnos la naturaleza de la muerte de Abel a entender por qué Jesús tiene “las llaves de la muerte y del sepulcro” y lo que Dios nos ofrece en él?
Si el problema de la muerte no fuera resuelto, ¿por qué sería nuestra vida inútil y sin sentido en última instancia? ¿Qué nos enseña este hecho acerca de cuán agradecidos debemos estar por lo que Jesús hizo por nosotros?